Los sonidos del Parque Nacional del Teide

1. Cerca del mar: huertos y barranco en una noche de luna

 

Comienza esta ascensión de abajo arriba fuera de la caldera del Teide, en las faldas más lejanas del volcán. Una tupida red de profundos barrancos baja de la isla. Estamos en una de ellas, de noche en un área de huertas, regada por una red de acequias en la que croan las ranitas meridionales. El agua corre por una tubería metálica, y a su sonido cantarín se añade el tintineo del metal al salir por un desagüe.

Peñas arriba, el lamento de varias pardelas cenicientas se recorta contra el paredón de roca. Domina más el eco de la piedra que la voz de las pardelas.

Curruca capirotada


A medida que clarea el día ascendemos por el barranco y la cobertura vegetal se hace más densa. El horizonte está cerrado a unas decenas de metros, en las crestas de los paredones rocosos. El sol tardará aún en iluminar el fondo. Sólo lo hará brevemente al mediodía, cuando alcance el zénit. En la maraña de la vegetación canta la curruca capirotada. A la voz de un petirrojo canario se suma la de un canario, éste sin más adjetivos: un parloteo continuo, con altibajos.

La peculiar acústica del lugar hace que el zureo profundo y gutural de la paloma rabiche resuene con un tono particular.

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Cortes sonoros

Ficha técnica