Introducción

Una importante actividad relacionada con la conservación de especies de insectos es el estudio de su distribución y abundancia y, basándose en ello la elaboración de listas rojas y libros rojos. Los estudios de distribución son fundamentales para la conservación de cualquier especie de animal o planta. Sin tal información no hay modo de juzgar la abundancia o vulnerabilidad de las especies.

Los libros rojos acumulan, procesan y presentan información sobre una serie de especies seleccionadas en diferentes categorías, basadas en el estudio de esa información y finalmente recomiendan medidas para la conservación de las especies tratadas.

No menos de 154 libros rojos de especies animales catalogaba la XVI Sesión de la Asamblea General de la UICN, celebrada en Madrid en noviembre de 1984, si bien siempre deberá reconocerse que la primera edición de este Libro Rojo de Lepidópteros Ibéricos fue «The first to be published for any invertebrate group anywhere in the world» (J. Heath, com. pers.).

Sus objetivos, aun siendo semejantes en un sentido muy amplio del término, muestran facetas distintas. Así, por ejemplo, el Libro Rojo de los Lepidópteros Ibéricos (Viedma y Bustillo, 1976), del que este trabajo es una segunda edición corregida y puesta al día, definió claramente en el primer párrafo de su introducción, su principal objetivo: «suministrar datos fidedignos acerca de ciertos taxones del orden Lepidoptera, como base para una adecuada política de conservación». *El libro rojo de invertebrados de la IUCN (1983), en cambio, «aspira a aumentar la preocupación pública acerca de la necesidad de conservación de los invertebrados».

* No menos importante, sin embargo, era la intención de estimular la actividad de los muchos lepidoterólogos españoles. Los autores están absolutamente de acuerdo con Ehrlich (1984) en que «numerosos y entusiastas aficionados estudian las mariposas y por ello existe una cantidad de información acerca de su distribución, sus plantas nutricias y otros datos biológicos mucho mayor que la que hubieran podido acumular solos los biólogos profesionales».

En el apartado correspondiente a cada taxón se tratan, generalmente, los aspectos siguientes: categoría, planta huésped, distribución y ciclo biológico, hábitat, población, causas de amenaza y medidas de conservación. Las categorías utilizadas corrientemente han sido al menos tres: en peligro de extinción, vulnerable y rara. A ellas añadimos dos que creímos de gran interés en el Libro Rojo de Lepidópteros Ibéricos, a saber: endemismos (por la sencilla razón de que ¿quién defenderá aquello que sólo es nuestro?) y migradores (porque con ello creímos estimular el estudio de la migración de lepidópteros, fenómeno hoy en día poco conocido aún en algunos aspectos). Es interesante destacar que el haber incluido en el Libro Rojo (1976) la categoría de lepidópteros migradores (Hojas Azules), cuyo objetivo, a nuestro modo de entender, no ha sido bien comprendido por algún ilustre revisor (véase Luquet, 1978), ha servido para llamar fuertemente la atención de los aficionados españoles, con el resultado de que se ha ratificado la presencia esporádica en España de Daphnis nerii (Linnaeus) y de Hippotion osiris (Dalman); aparte de des- cubrirse nuevas colonias, que han venido demostrando cierta estabilidad, de Colotis evagore Klug y Danaus plexippus (Linnaeus) y a partir de 1980, de efectuarse observaciones reiteradas de la presencia en las costas levantinas, desde Granada hasta el Delta del Ebro, ya dentro de Tarragona, de Danaus chrysippus (Linnaeus).

Nuestro Libro Rojo seleccionó, en 120 páginas, 50 especies de Ropalóceros y Heteróceros, catalogándolas -siguiendo fundamentalmente la nomenclatura de los Libros Rojos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y los Recursos Naturales (UICN)- en las cinco categorías siguientes: En peligro de extinción (Hojas Rojas), Vulnerables (Hojas Ambar), Raras (Hojas Blancas), Endemismos (Hojas Amarillas) y Migradoras (Hojas Azules). Casi diez años después, ya que la selección antes mencionada había comenzado a realizarse en 1974, los autores han creído necesario -como se había previsto en la Introducción del citado Libro Rojo- actualizar sus observaciones sobre el status de los Lepidópteros ibéricos.

Así, se han eliminado de esta nueva lista protectora seis especies de Ropalóceros, la mayoría endemismos, que han demostrado una recuperación suficiente de sus colonias: Plebicula nivescens Keferstein, Lysandra caelestissima (Verity), Agrodiaetus fabressei Oberthur, A. ripartii (Freyer), Erebia zapateri Oberthur y E. palarica (Chapman); aparte de extraerse también de la misma tres especies que pueden ya considerarse completamente extinguidas: Samia cynthia (Drury), Antheraea pernyi (Guerin-Meneville) y Coenonympha oedippus (Fabricius). Las dos primeras, asiáticas, importadas por el hombre en Europa debido a la posible industrialización de su seda, no debieron realmente haberse considerado en la primera edición del Libro Rojo (Opler, 1977); la tercera está ampliamente extendida en otras regiones de Europa. Por otra parte, se han incluido cinco nuevas especies, a saber: una especie recientemente descrita del complicado grupo Agrodiaetus, A. violetae Gómez Bustillo et al., aislada en la Sierra de Almijara, de Málaga, y Danaus chrysippus (Linnaeus), ambas en la categoría de vulnerables, y Pyrgus sidae (Esper), Lycaena helle (Denis & Schiffermuller) y Proclossiana eunomia (Esper) como raras.

Algunos ejemplos claves servirán para ilustrar cambios de categoría: Borbo zelleri (Lederer) y Iolana iolas * (Ochsenheimer) pasan de vulnerables a en peligro de extinción, Plebicula golgus * (Hubner) de endémica a en peligro de extinción, y Erebia alberganus (Prunner) y Zygaena ignifera Korb de raras a en peligro de extinción.

* Las razones del empeoramiento del status de I. iolas y P. golgus eran expuestas por uno de los autores (Gómez Bustillo, 1981) hace ya cuatro años así:

  • En lo que respecta a Iolana iolas: el exceso en la recolección está destruyendo una a una las pequeñas colonias, muy localizadas alrededor de los escasísimos ejemplares de Colutea, que están recobrándose de su casi total extinción en tiempos pasados en diferentes biotopos. En Campo Real una colina hace años cubierta por alrededor de 100 plantas de Astragalus y al menos cuatro de Colutea se ha convertido, en cuestión de cuatro semanas en una yesera. La colina ha sido cortada en piezas por poderosas excavadoras y una trituradora colocada en su parte superior ha estado cargando camiones durante todos esos días. En otras palabras, olvidémonos definitivamente de esta casi única localidad de I. iolas y P. pylaon matildae en la provincia de Madrid, que aún persisten en otras colinas a unos 15 km. sobre Astragalus y Colutea.
  • Con referencia a Plebicula golgus: el exceso en la recolección, más dos diferentes proyectos, uno de ellos un gran desarrollo turístico y el otro la construcción de un observatorio astronómico y un monumento a la Virgen de las Nieves, ambos en Sierra Nevada, son las causas que amenazan a este taxón.

En algún caso, como es el de Parnassius apollo (L.), clasificado por nosotros anteriormente como endemismo , en lo que respecta a sus colonias ibéricas, algunas han entrado ya en la categoría roja, es decir, en peligro de extinción (subespecies pozazalensis, aizpuruae, odriozolae, mariae, nevadensis y filabricus); y en lo que respecta a Zerynthia rumina (L.), catalogada también en el grupo de endemismos, parece apropiado eliminarla de la lista de especies vigiladas, con excepción de dos subespecies que deben pasarse a la categoría roja (cantabricae y minima).

Los cambios (inclusiones, eliminaciones, cambios de categoría) han reducido el número de especies de esta segunda edición de 50 a 46, clasificadas de acuerdo a las categorías de la Tabla 1.

Nuestra experiencia nos ha aconsejado el reducir el énfasis puesto en la primera edición de este Libro Rojo en la prohibición de recolección, aun reconociendo el daño que a veces puede causar la caza a la luz en poblaciones reducidas de especies, como Graellsia isabelae (Graells) y nuestro absoluto acuerdo con las normas de comportamiento ético, como el «A code for Insect Collecting», publicado por el Joint Committee for the Conservation of British Insects y que fue traducido al castellano y publicado por SHILAP (1978). Una muestra de este cambio de opinión quedó reflejada en el discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias de uno de los autores (Viedma, 1984): «El efecto de la recolección sobre las poblaciones de lepidópteros es asunto controvertido, debido a falta de datos. La mayoría de los autores sugieren que la recolección puede afectar sólo a poblaciones debilitadas (Muggleton, 1973; Pyle, 1976); otros admiten que la recolección, particularmente con propósitos comerciales, puede causar extinciones (McLeod, 1979). Sin embargo, no parece que haya duda alguna de que la recolección no favorece la supervivencia de especies raras, y por ello una legislación restrictiva parece totalmente justificada en estos casos (Viedma, 1982). También es evidente que sólo la legislación no es suficiente para evitar la extinción de especies en peligro, pues se conocen casos de especies «protegidas» que se han extinguido, incluso entre los lepidópteros. Pero existe también el peligro, al que parecen proclives algunos legisladores, de una exagerada prohibición, no basada precisamente en estudios fiables. Yo he criticado duramente el Real Decreto 3181/1980 de protección de especies de tetrápodos silvestres en España, considerando su Anejo tan exhaustivo que lo comparé con un catálogo -casi completo- de la fauna ibérica. Una ley federal alemana de 1980 prohibe o somete a supervisión gubernamental la recolección de cualquier especie de Odonata (libélulas y caballitos del diablo) en todo el estado. Esta exagerada medida ha sido también severamente criticada por los especialistas respectivos (Schmidt, 1981). En resumen, la prohibición de la recolección y de la investigación de campo en los Lepidoptera llevaría a un retraso en su conocimiento cuyas consecuencias serían mucho más graves que la extinción de un determinado taxón, por lamentable que esto último sea».

Los objetivos de un programa de conservación de especies, las amenazas que sobre los insectos se ciernen, los métodos de conservación y las peculiares características biogeográficas de la Península Ibérica han sido recientemente analizados por uno de los autores (véase Gangwere, Viedma y Llorente, 1985) y no merecen ser repetidos aquí.

Seguimos la ordenación y nomenclatura de Gómez Bustillo y Arroyo (1981) que, a su vez, y exceptuando ligeros cambios, aceptan, en lo que a Ropalóceros respecta, la de Higgins y Riley (1970 y ediciones posteriores) y, en particular, la clasificación de Higgins (1975).

De la misma forma que en la primera edición nos esforzamos en ofrecer una representación gráfica lo más completa y esmerada posible de ejemplares de colección (particularmente por la ayuda que ello pudiera suponer para muchos aficionados en sus intentos de identificación), hemos intentado en esta segunda edición concentrarnos exclusivamente en fotografías del natural, ilustrando especialmente aquellas especies que clasificadas en la primera edición como migradoras, pueden ahora considerarse como establecida! en la Península Ibérica.

Para la representación en los mapas de distribución se ha seguido un procedimiento convencional que entendemos mejora el de la primera edición: cuando se trata de una o muy pocas localidades próximas se ha utilizado un punto y, en cambio, se ha usado trama cuando la distribución es más amplia, si bien no debe entenderse que toda el área tramada está ocupada por la especie correspondiente, sino que sus colonias se extienden, de forma más o menos difusa, por ella. En el caso de Zerynthia rumina se han utilizado puntos para marcar la localización de las dos subespecies en peligro de extinción; es decir, cantabricae, y minima.

Aunque no es costumbre dedicar un libro o publicación de la modesta entidad de éste, los autores, rompiendo esta norma, se complacen en rendir homenaje a la memoria de dos eminentes lepidopterólogos, recientemente fallecidos, grandes conocedores de la lepidopterofauna ibérica: W. B. L. Manley y H. G. Allcard, cuyo libro «A field guide to the butterflies and burnets of Spain» (1970) sigue siendo la mejor publicación existente acerca de Ropalóceros ibéricos. Manley y Allcard ya entrevieron la posibilidad de colonización de la Península Ibérica por especies que entonces no se reproducían o no habían sido detectadas en ella: véase al respecto sus comentarios sobre Lycaena helle, Colotis evagore y Cynthia virginiensis.