Bajo un calor insoportable y el azote de un viento desértico, la marisma seca se vuelve polvorienta y adquiere una tonalidad rojiza.
A estas horas y en estas fechas, lo único que se puede escuchar es el can to de los aláudidos: terreras comunes y marismeñas, alguna cogujada... y un grupo de abejarucos que pasa de largo.