Recomendaciones de uso del MFR

Uso del material de reproducción. Regiones de utilización

Las regiones de procedencia caracterizan una especie a través de un conjunto de masas similares entre sí y relativamente distintas del resto, a lo largo del territorio geográfico en el que la especie se localiza. La similitud se mide en términos ecológicos, fenotípicos y genéticos. Aunque esta afirmación general es correcta, cuando se definen regiones a lo largo de grandes territorios (por ejemplo a escala de la Península Ibérica) o cuando se comparan las regiones de procedencia definidas para una especie en distintos países (a escala regional europea) existe la posibilidad de que territorios y regiones geográficamente alejados tengan características ecológicas o respuestas fenotípicas similares, para un material procedente de la misma región de procedencia. O, lo que también es frecuente, que materiales de regiones muy distintas produzcan masas muy productivas o bien adaptadas. Esto plantea la posibilidad de transferir materiales entre regiones distantes geográficamente pero que, en principio, son favorables para el intercambio de material de reproducción.

Las recomendaciones generales que se pueden seguir para el uso de materiales de reproducción de una región de procedencia determinada son las siguientes (Zobel y Talbert, 1984):

  • No trasladar material (semillas o plantas) de elevadas altitudes o de altas latitudes a bajas altitudes y latitudes, o viceversa. En general se acepta un límite de 300-400 m de altitud.
  • No trasladar procedencias de clima mediterráneo a un clima continental.
  • Se debe utilizar la fuente local si no se dispone de información que justifique el uso de otra mejor.

Existen distintos sistemas para validar la utilidad de materiales de reproducción de distintas especies en otras zonas. Entre los más habituales se encuentran los ensayos de procedencias y/o progenies. Estos ensayos son en la actualidad, y lo serán aún más en el futuro, la principal base para conocerla capacidad de supervivencia y adaptación a unas condiciones climáticas y ecológicas locales cambiantes, como son las que se presume se den en nuestras latitudes como consecuencia del cambio global. Otro método se basa en establecer homologaciones ecológicas entre las zonas de recolección y las zonas de utilización de los materiales de reproducción. Este método puede ser utilizado en ausencia de información de ensayos instalados según metodologías estadísticamente válidas.

Uno de los fundamentos en que se basa la definición de las regiones de utilización del material de reproducción es que un material de reproducción que se instalase en varios sitios de una región de utilización (en ambientes similares) dará lugar a árboles con características fenotípicas similares (en términos de supervivencia, crecimiento, etc.). Los modelos teóricos que han analizado el comportamiento de una especie frente a los factores ambientales, en general obtienen curvas que relacionan la variación en el factor ambiental y el comportamiento, definiendo un óptimo para las distintas variables ecológicas.

La altitud es uno de los factores más importantes (está relacionado con el tipo de clima, y los suelos), y habitualmente se considera un factor esencial en la zonificación de las regiones de procedencia (o zonas semilleras en otros esquemas de certificación), pero otras variables pueden y deben ser consideradas.

En España se han definido 57 regiones de utilización de los materiales de reproducción (García del Barrio et al., 2005). Estas regiones coinciden con las regiones de procedencia establecidas por el método divisivo, pero hay que entender que hacen referencia a dos conceptos completamente distintos: por un lado, a regiones de uso de los materiales de reproducción, y por otro, a regiones de suministro de materiales de reproducción. Por ejemplo, si queremos hacer una repoblación en el término municipal de Abenójar (región de utilización 27), podríamos utilizar materiales, que crecen de forma adecuada, de la región de procedencia 6 de Pinus pinaster, o de la región de procedencia 18 de Pinus halepensis, etc. Por el contrario, la Región de procedencia 6 de Pinus pinaster puede utilizarse sin gran riesgo (en crecimiento y mortalidad) en las Regiones de utilización de la 25 a la 33.

Figura: Regiones de utilización de materiales de reproducción

Figura: Regiones de utilización de materiales de reproducción

Teniendo en cuenta las regiones de utilización establecidas, podemos formular las siguientes reglas para el uso de materiales de reproducción en una zona de utilización determinada:

  • Se deben buscar materiales de reproducción de regiones de procedencia que hayan demostrado, mediante ensayos comparativos, que están adaptados y cumplen los requisitos requeridos (por ejemplo, en crecimiento, producción, tolerancia a plagas y enfermedades). Estos ensayos han de estar localizados en condiciones similares a nuestra zona de uso.
  • Si esto no es posible, se deben buscar regiones de procedencia ecológicamente similares a nuestra zona de utilización.
  • También se debe elegir entre las regiones las que tengan una altitud similar a la de nuestra zona de utilización. En ocasiones, un desplazamiento de altitud puede dar lugar a mayores crecimientos, pero ha de estar demostrado previamente.
  • Si no existe material con estas características, buscar entre regiones adyacentes que pertenezcan a la misma zona.

Cuando se acepta que las condiciones actuales en las que viven las masas forestales son similares a las existentes durante los últimos milenios (cuestión en muchos casos discutible, tal como señalan Creus et al., 1997), e puede considerar que las poblaciones locales estarán bien aclimatadas a dichas condiciones, y además tendrán una mayor adaptabilidad. La elección de la fuente local, es decir la que hay en las proximidades de la zona o la que es compatible con sus características ecológicas, es el método en el que se basan las principales aproximaciones teóricas para definir los materiales más adaptados a unas condiciones de uso cuando no se dispone de ensayos de evaluación genética. Así, Ximénez de Embún y Ceballos (1938) consideran a la especie cabecera de la serie, y las integrantes dela serie, como las adecuadas para su empleo dependiendo del estado regresivo del terreno. Otros métodos se derivan del estudio autoecológico de las especies (por ejemplo, Gandullo y Sánchez-Palomares, 1994), la clasificación fitoclimática desarrollada por Allué (1990), que ha derivado en los modelos de diagnosis e idoneidad fitoclimática (Allué, 1997), y delas regiones biogeoclimáticas de España (Elena-Rosselló, 1997) que tiene su expresión práctica de cara a la reforestación en SIGREFOR (Castejón et al., 1998).

Existen recomendaciones establecidas a nivel comarcal como las existentes en Castilla y León (Anónimo, 2007). A nivel nacional se dispone de recomendaciones establecidas entre regiones de procedencia y regiones de utilización de materiales de reproducción para las especies reguladas por el RD289/03 (ver Martín et al., 1998; García del Barrio et al., 2001, 2005) como, por ejemplo, las recogidas en la Tabla 5, que también están siendo objeto de revisión.