Islas Chafarinas: Flora y vegetación

Vegetación de las Islas Chafarinas

Los primeros datos florísticos de las islas proceden de Calderón Arana (1894, Las Chafarinas, Anales real Soc. Esp. Hist. Nat. 23: 303-316) y ya, a principios del siglo XX, destacan los trabajos de Gandoer (1908), donde se citan 57 fanerógamas.

La biodiversidad vegetal de las islas está compuesta por unos 120 taxones de plantas vasculares, con predominio de los elementos mediterráneos (65%). Hay que destacar la presencia de 7 endemismos norteafricanos y 8 ibero-norteafricanos. Entre las rarezas botánicas merecen mención el cactus de las Chafarinas (Caralluma europaea subsp. maroccana), la subespecie endémica Brassica fruticulosa subsp. djafarensis y la rara parásita Cistanche mauritanica.

La vegetación está condicionada por la aridez del clima (media anual de 300 mm), la salinidad general del suelo, el aporte de guano por las numerosas aves marinas y la perturbación causada por conejos, ratas y gaviotas.

Matorral halófilo

El matorral halófilo está dominado por cuatro especies arbustivas; Suaeda vera, Salsola oppositifolia, Atriplex halimus y Lycium intricatum, con frecuencia acompañados por la trepadora Fagonia cretica. En la parte alta de la isla de Congreso se encuentran algunos ejemplares de lentisco (Pistacia lentiscus), que junto a los palmitos (Chamaerops humilis) y ruscos (Ruscus hypophyllum) refugiados en los acantilados, podrían ser relictos de una antigua formación de monte mediterráneo. En la vertiente sur, también en la isla de Congreso, crecen algunas matas de cornicabra (Periploca laevigata) y aliaga (Launaea arborescens), típicas de matorrales áridos y desérticos.

 

 

 

Pancratium foetidum

En el estrato herbáceo destaca el geófito norteafricano Pancratium foetidum, que florece en otoño por toda la isla de Congreso y luego produce sus hojas en invierno-primavera. En las zonas frecuentadas por gaviotas crecen las herbáceas halo-nitrófilas, como la malva (Lavatera mauritanica), la cual ocasionalmente experimenta un crecimiento espectacular, tal y como se aprecia en la fotografía. También el cenizo (Chenopodium murale) y sobre todo la escarchada (Mesembryanthemum crystallinum) que llega a formar tapices monoespecíficos. En los años lluviosos las islas se cubren de una diversa y colorida comunidad de plantas anuales.

En los acantilados crecen plantas propias de estos hábitats con sustrato inestable, poco suelo y que sufren las salpicaduras del oleaje; entre ellas podemos citar Asteriscus maritimus, Inula crithmoides y Frankenia laevis. También sirven los acantilados como refugios para muchas plantas que pueden escapar a la predación de los conejos y en otros tiempos a cabras y ovejas. Destacan especialmente los acantilados más expuestos del noroeste de Congreso, donde junto a especies nitrófilas dispersadas por las gaviotas, se encuentran ejemplares aislados de palmitos, ruscos, Osyris quatripartita y Ephedra fragilis subp. desfontainii. De los extraplomos del acantilado sobresale Brassica fruticosa subsp. djafarensis, taxón endémico de este archipiélago.

En las playas y zonas más afectadas por las mareas altas y oleajes fuertes, algunas plantas resisten la salinidad y la submersión temporal, por ejemplo Arthrocnemum macrostachyum, Suaeda spicata y Limonium gumiferum.

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