Cae la niebla y los contornos de La Ercina se desdibujan. Pero con la humedad el sonido se propaga mejor, se hace más brillante.
Un bisbita ribereño alpino lanza su canto ascendente y se deja caer lentamente sobre el mismo punto de partida. Las fochas trompetean y corren sobre el lago.
Los cencerros del ganado son al paisaje sonoro lo que la niebla al visual: un fondo continuo que todo lo ocupa.