Medidad correctoras: Principio Generales

Como se señalaba anteriormente, uno de los impactos más importantes de la infraestructura de transporte sobre las poblaciones de vertebrados terrestres es el denominado efecto barrera. Para anular o atenuar este impacto negativo se pueden emprender determinadas medidas correctoras en las distintas fases de la vía, desde su diseño a la fase operativo.

Estas medidas resultan imprescindibles en áreas de alto valor naturalístico o donde confluyan especies amenazadas, y no suelen suponer una excesiva carga económica en comparación con el montante total de la construcción de la vía. Sin embargo, y a pesar de que se vienen asumiendo en los países mas desarrollados desde hace tiempo, en España existe un gran desconocimiento en lo relativo a las medidas correctoras del efecto barrera.

Las actuaciones orientadas a este fin engloban un amplio conjunto de medidas que abarcan desde la propia elección del trazado de la vía hasta diseños específicos para el paso de un determinado grupo de vertebrados (ver capítulo 7).

Las medidas correctoras constan de un compendio de elementos interrelacionados entre sí, cuyos efectos se solapan para dar mayor efectividad al conjunto. En general, un diseño que combine cerramientos y pasos adecuados permite evitar el impacto de las infraestructuras viarias sobre las poblaciones de vertebrados terrestres, tanto el asociado al efecto barrera como a los atropellos.

Desde una perspectiva general y de forma sinóptica, en el diseño de medidas correctoras es necesario tener presente tres factores básicos:

Las especies de vertebrados sobre los que se pretende actuar de forma prioritaria

Su tamaño determina la elección de las dimensiones de los pasos, cerramientos, etc. Su etología debe considerarse también, tanto a nivel de especie como de poblaciones implicadas, seleccionando para la ubicación de pasos los enclaves en función de las querencias.

El medio natural

La correcta integración de las medidas correctoras en el entorno natural aumenta su efectividad. La instalación de pasos elevados o subterráneos para la fauna debe considerar la topografía del terreno. La vegetación juega un papel fundamental para la fauna en cuanto a su canalización y aceptación de pasos, por lo que las características de las formaciones vegetales naturales o plantaciones deben considerarse primordiales en el diseño.

La obra

La intensidad de tráfico, anchura de la vía, etc. determinan la elección del tipo de medidas a emplear, condicionadas en cualquier caso por el presupuesto asignado. Generalmente se abaratan los costes adecuando los sistemas de drenaje al paso de fauna.

En ausencia de estructuras específicas (vallas, etc.) para evitar el acceso de fauna, la integración del sistema de transporte en el contexto del paisaje local disminuye por sí solo la intensidad del efecto barrera. Si las características de la vía lo permiten (ver capítulo 4) y atraviesa zonas con una cubierta vegetal en buen estado, el flujo de animales entre ambos lados no se ve sensiblemente entorpecido. De ahí la importancia de alterar en lo mínimo posible las áreas adyacentes a la vía.

No obstante, la función y seguridad de la vía pueden aconsejar su cerramiento para evitar colisiones. Cuando así sea deben arbitrarse las medidas necesarias para posibilitar el movimiento de los vertebrados entre las zonas intersectadas. Esto puede conseguirse disponiendo estructuras específicas de paso de fauna o, en su defecto, adecuando a este fin los drenajes existentes. De hecho, estas estructuras de desagüe son utilizadas por los vertebrados en sus desplazamientos (ver Anexo III).

Ahora bien, para optimizar económica y funcionalmente estos diseños es necesario un primer nivel de colaboración entre los profesionales encargados de la obra y los dedicados a la gestión y conservación del medio natural. En lo relativo a su seguimiento, las medidas tendrán una mayor efectividad de contarse con un segundo nivel de colaboración local con los propietarios de terrenos colindantes y colectivos locales interesados en la conservación del medio, como asociaciones ecologistas y de cazadores (Muller, 1985).

En cualquier caso, las "recetas" no son válidas para este tipo de actuaciones. Los mejores diseños son los que se realizan específicamente para una situación dada; en este sentido, los comentarios del capítulo 7 y los modelos que reseñados en el anexo I deben entenderse como patrones generales a adatar a cada caso.