Por encima de los 2.200 metros, es preferible que las tormentas nos cojan al abrigo de un refugio.
La lluvia crepita en los crista les del refugio de Góriz mientras fuera, una tormenta estalla y todo el paisaje de roca se convierte en una enorme caja de resonancia . El chasquido de cada trueno retumba y se multiplica muchas veces al rebotar contra las laderas del Monte Perdido y rodar hacia abajo, al auditorio natural formado por las paredes verticales del cañón de Ordesa.
Las grandes montañas agrandan las tormentas.