El paisaje cerrado de una maraña de vegetación: un horizonte visual limitado a pocos metros. Muy cerca canta un ruiseñor y otros le responden desde lejos, junto con verdecillos, verderones y carboneros.
Un horizonte más lejano, el sonoro, lo definen unas cornejas con sus graznidos, lo que produce una sensación de profundidad. Los saltamontes estridulan desde el suelo de hierba.