Los sonidos del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama

5. Las horas del cuco. Arroyo de la Laguna de Peñalara, por el Camino Viejo del Paular

Las horas del cuco. Arroyo de la Laguna de Peñalara, por el Camino Viejo del Paular

 

En verano, en  cualquier arboleda, a cualquier hora del día, la voz lejana del cuco marca el paso de las horas.

Mucho antes del amanecer, cuando la luz empieza a clarear, en la atmósfera del bosque resuenan las llamadas del día. El cuco está entre los primeros, pero no es el único. Junto a él canta un mirlo, estalla un chochín, parlotea un petirrojo.

La voz del cuco no siempre se ajusta a su nombre. A veces la doble nota se convierte en una rápida carcajada.

A media mañana el cuco canta desde una mata de robles, un paisaje cerrado. Suena la doble nota, intercalando pausas de silencio, acompañada por todo el elenco forestal y los primeros grillos y saltamontes, que templan los élitros con el aire ya tibio de la mañana. Por encima de las copas, en vuelo coronado, maúlla un ratonero. Y desde las profundidades del bosque llega la llamada de un azor.

El sol empieza a declinar hacia el oeste. Aún queda mucho para la noche, pero en el bosque la actividad se acelera. Grazna una corneja. La llamada del cuco siempre engaña; resuena y parece una declamación desde la distancia, pero en realidad es mucho más suave y el  ave, aún estando muy cerca, parece lejana. El cuco, siempre burlándose de quienes le escuchan.

La verdadera hora del cuco. Anochece, el bosque es una sombra. Ahora sí, los grillos rascan a conciencia con las alas. Y un cuco asoma en la distancia. En un claro del bosque se acerca la silueta de una becada volando en círculos sobre las copas, recortada contra el cielo negro e iluminada por la luna. Y todo con la letanía burlona del cuco resonando a nuestra espalda.

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