La evolución demográfica reciente en España muestra aspectos positivos, como el aumento de la esperanza de vida o el crecimiento generalizado de la población en el siglo XXI, pero también negativos, como la despoblación de la mayor parte de su territorio, principalmente de sus áreas rurales, la baja densidad, la caída de la natalidad, o los efectos derivados de la sobrepoblación estacional.
La sostenibilidad de nuestro Estado de Bienestar requiere afrontar los desafíos de la dinámica de población, que pueden poner en riesgo la cohesión social, la vertebración territorial y nuestro modelo de convivencia. El Reto Demográfico es una dimensión fundamental de la cohesión social y territorial en nuestro país, y uno de los ejes prioritarios en la agenda de reformas pendientes.
El Reto Demográfico es una idea compleja, que engloba numerosas dimensiones de la población, referidas tanto a la estructura de la pirámide (por sexo, edad...), como a la localización (en áreas rurales, en ciudades, en zonas despobladas, en áreas con dispersión territorial...) o a las condiciones de vida (con dificultades para la prestación de servicios, de bajo nivel de renta...).
Por ello, afrontar el Reto Demográfico engloba desafíos muy diversos, como la despoblación, el envejecimiento, o los efectos de la población flotante, pero también, otros como la masculinización del territorio, la baja densidad, la dispersión territorial, las migraciones, las políticas de retorno, la caída de la fecundidad y la baja natalidad, la sobrepoblación estacional, etc.
El reto exige dar nuevas respuestas desde la acción política y cambiar la mirada a nuestro territorio: una nueva comprensión de la relación entre el medio rural y las ciudades; una alianza intergeneracional, desde la infancia hasta las personas mayores; y reforzar los vínculos entre el sector público y los actores locales, verdaderos protagonistas en el reto demográfico y la lucha contra la despoblación.
El desafío demográfico no es exclusivo de España, sino que estamos en un contexto global de cambio demográfico, que afecta especialmente a Europa.
Por ello, en los últimos años la Unión Europea ha comenzado a analizar los retos demográficos y poner en marcha políticas que los aborden:
El impacto del cambio demográfico y las necesidades de inversión en infraestructuras y acceso a servicios, especialmente para las personas y territorios más vulnerables a estos cambios.
El progresivo envejecimiento de la población, garantizando que los sistemas de protección social de Europa aborden adecuadamente las necesidades de una población que envejece, y eviten el riesgo de pobreza.
El retraso de la maternidad, la caída de la natalidad, los procesos para conciliar mejor el trabajo y la familia y apoyar a las personas a lo largo de sus carreras, como parte del Pilar Europeo de Derechos Sociales.
Las migraciones, tanto como procesos de atracción como de salida y de movimientos entre áreas de la Unión, y prioritariamente aquellas zonas más afectadas por la 'fuga de cerebros'.
La despoblación rural, las zonas en declive demográfico y los problemas de prestación de servicios en ámbitos de baja densidad, generando y compartiendo una nueva visión a largo plazo para las zonas rurales.
El Green New Deal, que oriente las inversiones hacia una economía plenamente descarbonizada y resiliente al cambio climático en el año 2050.
Información de Reto Demográfico en la Unión Europea
1. Despoblación
En España se ha producido un proceso de despoblación en un contexto generalizado de crecimiento demográfico del país. Desde el año 2001 hasta 2019, la población española ha pasado de 41.116.842 habitantes a 47.026.208; sin embargo, en ese mismo período han perdido población el 62,7% de los municipios españoles.
Además, en la última década la despoblación se ha convertido en un proceso aún más generalizado, y ya no vinculado únicamente a los municipios más pequeños. Desde el año 2010 hasta 2019 han perdido población el 76,6% de los municipios, la mayor parte con menos de 1.000 habitantes. Pero la despoblación ya afecta a casi el 70% de las cabeceras, al 63% de las ciudades pequeñas y a más de la mitad de las capitales de provincia.
2. El progresivo envejecimiento
En España hay 9.057.193 personas mayores de 64 años, el 19,3% de la población. En las zonas rurales este porcentaje llega al 24,5% de la población, es decir, que casi 1 de cada 4 personas es mayor de 64 años. El número de personas de 65 o más años ha aumentado un 28,7% desde el año 2001. Este hecho está directamente asociado a que España cuenta con la mayor esperanza de vida de la UE (83,6 años), lo que debemos considerar como un éxito del modelo social de nuestro país.
Ahora bien, el aumento de la longevidad sitúa el índice de envejecimiento en 1,23 mayores de 64 años por cada menor de 16 años en 2019, lo que ha supuesto un aumento de 17,6 puntos en los últimos 10 años. Además, en 2.852 municipios, al menos un tercio de la población supera los 65 años.
Además, los territorios más afectados por la despoblación no son sólo los más envejecidos sino, sobre todo, sobreenvejecidos: 4 de cada 10 mayores de 65 años han superado ya los 80 años.
3. Los efectos de la población flotante
Los datos de las Encuestas de Ocupación Turística evidencian un aumento considerable del turismo internacional, desde el año 2001. Además, el 89,6% del turismo nacional de 2109 tiene como destino principal precisamente nuestro país. El impacto demográfico del turismo, reflejado en el número de pernoctaciones anuales y la ratio por habitante, muestran una gran diferencia entre las Islas y la península, siendo este indicador mucho más alto en Illes Balears (60,2 pernoctaciones por habitante) y en Canarias (45,6 pernoctaciones por habitante), que para el resto de las Comunidades Autónomas o para el total Nacional (10 pernoctaciones por habitante). Por su parte, los últimos datos de la Encuesta de ocupación en alojamientos de turismo rural del INE, muestran un aumento del 66,8% del número de viajeros de turismo rural en la última década.