PROMOTORES: PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente) y la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza)
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La infraestructura verde se basa en el uso de vegetación, suelos y procesos naturales para funciones tales como la gestión sostenible de recursos hídricos -como el agua de lluvia- o la creación de ambientes más saludables. La pérdida de paisaje, la fragmentación de hábitats o la problemática de la biodiversidad; problemas a los que se enfrentan comunidades, regiones y territorios hacen necesaria su definición. Este término aparece a mediados de los noventa con el objetivo de mitigar los efectos negativos del desarrollo urbano sobre el recurso hídrico, especialmente el aumento de las inundaciones y el deterioro de la calidad del agua.
La infraestructura verde ayuda a conectar entre sí las zonas naturales existentes y a mejorar la calidad ecológica, así como a mantener ecosistemas. También se espera que a la hora de gestionar los recursos hídricos, este tipo de infraestructuras resulten tan eficaces como las infraestructuras convencionales: “infraestructura gris” (construida).
En Europa se conoce como Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible (Sustainable Urban Drainage), en Estados Unidos como Desarrollo de Bajo Impacto (Low Impact Development) y en Australia como Diseño Urbano Sensible al Agua (Water Sensitive Urban Design).
La idea es restaurar el ciclo hidrológico natural previo a la urbanización, de manera que se eliminen contaminantes y se disminuya el volumen y velocidad de las crecidas. Para ello se reconoce la necesidad de incorporar los sistemas naturales y la biodiversidad en el diseño y la planificación urbana como un elemento central. De esta manera se mejora la calidad paisajística de la ciudad y se protege un valiosísimo recurso: el agua.
A escala ciudad, la infraestructura verde hace referencia a las zonas naturales que proporcionan hábitat, protección contra inundaciones y purificación del agua y el aire. Pueden también ofrecer oportunidades para el ocio y el recreo.
En realidad, todos los espacios de la ciudad pueden diseñarse como infraestructura verde. Las calles pueden incorporar zonas verdes con vegetación autóctona y disponer de suelos que ayuden a un mejor drenaje, descomponiendo contaminantes y activando los procesos naturales de infiltración de agua en el suelo. En los edificios se pueden diseñar cubiertas o paredes verdes que favorezcan la biodiversidad o construir depósitos que almacenen el agua de lluvia para que ésta pueda ser utilizada posteriormente y exista así una menor demanda de agua potable. Por otro lado, en parques y jardines pueden integrarse estanques artificiales que, conectados a la red de drenaje tradicional, ayuden a reducir caudales y el riesgo de inundaciones.
Esta guía, elaborada por el PNUMA y la UICN y publicada en 2014, aborda una de las principales barreras para la adopción generalizada de soluciones provenientes de infraestructuras verdes: la falta general de conocimiento de las soluciones y los beneficios en relación con los costes asociados. En ella se incluyen unos casos de estudio que aportan ejemplos de infraestructura verde que no sólo abordan los retos planteados por la gestión de los recursos hídricos, sino que ofrecen una serie de importantes beneficios paralelos, como la forestación y reforestación, la conservación y construcción de humedales, los diques de protección, las derivaciones de inundaciones y la protección costera, así como una serie de opciones urbanas como los techos verdes o los pavimentos permeables.
La guía incluye también una descripción de la metodología para la evaluación de opciones de gestión del agua. Se trata de una serie de medidas relativas a la definición de los objetivos de desarrollo, la especificación de carteras de inversión, el modelado de resultados ambientales y la evaluación económica, el análisis de coste-beneficio, así como los riesgos y el análisis de incertidumbre.
Consultada en Enero de 2015