En las rutas que se proponen en la zona de uso público del Parque hay una serie de restos arqueológicos que se pueden observar. Queremos destacar el Castillo de Monfragüe, incluido en la ruta roja y accesible para todas las personas que se animen a subir sus 134 escalones. Las impresionantes vistas desde lo alto son la recompensa.
El Castillo de Monfragüe se encuentra situado al oeste de la Sierra de Las Corchuelas, a 465 m de altitud. El poblamiento de este cerro se da bastante antes de la llegada de los romanos, las pinturas que se encuentran por debajo, en la cara sur, así lo corroboran. Además, también aparecen restos de murallas con muros ciclópeos (con grandes piedras) que son comunes en la época prerromana.
De la etapa romana tan sólo han aparecido algunos fragmentos de tégulas (tejas), pero los restos hallados en el cercano Cerro Gimio constatan la ocupación del castillo en estos siglos.
Estas construcciones que dejaron los primeros pobladores fueron aprovechadas por los musulmanes a su llegada, instalando aquí su fortificación de vigilancia y defensa durante la ocupación de la comarca. Pero de su estancia apenas han llegado restos visibles: las
numerosas remodelaciones a manos de los cristianos destruyeron la fortaleza que, según las crónicas, tenía dos líneas de murallas y cinco torres almenadas. A finales del siglo XII el dominio del castillo pasó a manos de los cristianos, pero antes se dieron unos rifirrafes entre los almohades y las órdenes militares cristianas que hicieron que éste fuese el momento de mayor auge del castillo.
Las torres que podemos ver hoy en el castillo son los restos de las remodelaciones que llevaron a cabo los cristianos. La torre circular es lo gue queda de la restauración de la fortaleza que hicieron los hombres de la Orden de Montegaudio entre los años 1180 y 1196. Podemos observar restos de sus muros de mampostería realizados en cuarcita. La torre pentagonal, igualmente de cuarcita, corresponde al siglo XV. Reforzada en sus esquinales con ladrillo rojo, presenta un arco de herradura apuntado en su entrada y una bóveda, igualmente de ladrillo, de cañón apuntada. Esta torre se hizo con carácter de vigilancia más que de defensa, así se controlaría el paso del ganado trashumante y se podría ejercer el cobro de impuestos de paso que denotaría algún derecho de portazgo.
El castillo siguió ocupado a partir del siglo XV por familias nobles. En la Guerra de la Independencia sufrió importantes destrozos y tras ésta, se aban donó casi por completo. Aunque se ha constatado su ocupación esporádica en la segunda mitad del siglo XIX, el hallazgo de un par de monedas de esta época en los sustratos superiores de la torre redonda lo confirman.
En la actualidad el castillo es utilizado por los numerosos visitantes del Parque. Las panorámicas que se pueden disfrutar desde lo alto de la torre pentagonal hacen de él un lugar de obligada visita.