Los sonidos del Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia

6. Tojales

Tarabilla común

 

Todo en una ladera cubierta de tojos sugiere aspereza, sequedad. Desde la maraña vegetal, espesa, impracticable, erizada de púas y espinas, emerge un concierto natural igualmente áspero y reseco. Los sonidos de aves e insectos rechinan, suenan sin melodía, y delatan a una comunidad oculta en la espesura, siempre esquiva a la vista. El zumbido de los insectos describe el calor de una tarde de verano. Incluso la vegetación crepita, reseca por el sol y el viento salado.

El parloteo de una curruca cabecinegra destaca por encima de los insectos y de los gritos de las gaviotas.

Se escucha al fondo el canto de una carriza. Al acercarnos, asistimos a una escena familiar. Un adulto, casi con seguridad la hembra, alimenta a sus polluelos, ya crecidos que deambulan fuera del nido. Ella llama con un reclamo persistente, crepitante; ellos, con una voz más apagada, un breve suspiro.

Y seguimos con las escenas familiares. Un grupo de tarabillas, dos adultos y tres jóvenes, revolotean sobre las marañas. Su voz es rítmica, repetitiva, áspera también.

Incluso el mirlo parece perder parte de sus atributos en el mundo de la espesura. Un ejemplar reclama aquí, una voz martillante, estridente, ajena por completo al canto aflautado y melódico que se escuchaba en los bosques.

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Cortes sonoros

Ficha técnica