Cambio de guardia en una vaguada. Un petirrojo apura las últimas luces del día, encaramado en un arbusto. Lo mismo hace el carbonero palustre y, por detrás, en las praderas y arboledas, arrendajos, zorzales y demás aves forestales.
El ululato de un cárabo marca la transición, y el chotacabras gris, con su matraqueo continuo, que más parece un insecto que un ave, toma el relevo de la noche.