Todo el estruendo y la vitalidad de Doñana concentrados en unos cuantos alcornoques. En las pajareras se reúnen para criar por centenares algunas de las aves más ruidosas de nuestra fauna. Las garzas reales ceban a los pollos en el nido, y las cigüeñas crotorean por decenas.
A este ambiente saturado se une el guirigay de cientos de garcillas bueyeras y los mugidos de las espátulas.