La Fundación BBVA otorga el premio Fronteras del Conocimiento a tres investigadores que incorporan la dimensión social a la ciencia del cambio climático

Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA

Enero 2021

Si en ediciones anteriores el Premio Fronteras del Conocimiento había reconocido contribuciones a la ciencia del cambio climático desde la modelización, la Física o la Economía, este año el galardón reconoce la aportación de las Ciencias Sociales. En concreto, el jurado ha premiado a tres investigadores (Ian Burton, Neil Adger y Karen O’Brien) que han liderado el estudio de “cómo las condiciones sociales y la culturales determinan nuestra vulnerabilidad al cambio climático y nuestra capacidad de adaptación”.

A lo largo de las últimas décadas, la evidencia científica ha demostrado que el cambio climático avanza a un ritmo más rápido de lo esperado. Ese conocimiento ha permitido diseñar escenarios futuros que ayudan a prever el efecto del cambio climático en diferentes regiones del planeta, y cómo puede impactar sobre sus poblaciones.

El geógrafo Ian Burton (Derby, Reino Unido, 1935), profesor emérito de la Universidad de Toronto, llegó al desafío del cambio climático desde la investigación sobre desastres naturales, y fue pionero a la hora de promover el concepto de ‘adaptación’ para hacer frente a los efectos del cambio climático que, a la luz de las previsiones, son ya inevitables. Burton impulsó así, desde las primeras reuniones internacionales sobre el clima, una nueva área de investigación para definir las mejores estrategias de adaptación en infraestructuras, urbanismo, agricultura y arquitectura, entre otros ámbitos, y que deben ir en paralelo a los esfuerzos para mitigar el cambio climático reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero.

A mediados de los noventa, el IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático) ya incluyó la adaptación como ámbito de estudio de uno de sus Grupos de Trabajo. Tanto Burton como Adger y O’Brien han ejercido, a lo largo de su carrera, un papel de liderazgo en el trabajo de este Grupo. Posteriormente, en 2013, la Comisión Europea desarrolló la Estrategia de adaptación al cambio climático que los países integrantes de la UE, entre ellos España, han traspuesto a nivel nacional.

Adger, Burton, y O’Brien “enfatizan la importancia de la interacción entre el cambio ambiental y la globalización”, así como la necesidad de “incorporar la dimensión cultural y, centralmente los valores” a los esfuerzos de adaptación a los impactos del cambio climático que ya no se pueden detener. La investigación de los galardonados, que han colaborado en numerosas ocasiones, ha sido instrumental a la hora de trasladar el conocimiento a la toma de decisiones, incorporando el ángulo de análisis propio de las ciencias sociales. “Los premiados documentan la dimensión humana del cambio climático en toda su magnitud: la salud, el bienestar, la desigualdad, la vulnerabilidad de naciones enteras, los cambios demográficos, las migraciones…, todos ellos grandes temas de nuestro tiempo cuya conexión con el cambio climático a menudo tendemos a ignorar. Sus aportaciones son también una ventana hacia el futuro, un futuro en el que los efectos globales del cambio climático se exacerbarán sin ningún género de dudas. Los premiados nos ponen, como sociedad y como individuos, frente al espejo. Mirar lo que el espejo refleja, y actuar en consecuencia, ya depende de todos y cada uno de nosotros”.

Neil Adger (Ballymena, Irlanda del Norte, Reino Unido, 1964), que reconoce el papel inspirador de Burton, ha concentrado su investigación en uno de los principales efectos sociales del cambio climático: las migraciones. Gran parte del trabajo de este catedrático de Geografía Humana en la Universidad de Exeter (Reino Unido), incluye toma de datos sobre el terreno, con la realización de encuestas y entrevistas a población local en países como Vietnam y Bangladesh. Sus conclusiones muestran que el grado de vulnerabilidad de una población al cambio climático depende muy directamente de medidas sociales y políticas, no únicamente del clima en sí.

Adger cree que además de actuar sobre los espacios naturales, las estrategias de adaptación deben fijarse también en las ciudades: “El flujo migratorio que predomina en todo el mundo es el movimiento de las zonas rurales a las ciudades. El cambio climático acelera este proceso, porque sus impactos restan atractivo a las zonas rurales. Las ciudades son un punto clave en la adaptación al cambio climático; necesitamos que se preparen, que planifiquen cómo adaptarse al cambio climático para resistir mejor esta amenaza”.

También Karen O’Brien (Aquisgrán, Alemania, 1963), catedrática de Geografía Humana de la Universidad de Oslo, investiga el impacto en poblaciones vulnerables que, según su trabajo, están sometidas a una doble exposición: al cambio climático y a la globalización; ambos procesos se superponen, crean desigualdad y se retroalimentan.

La investigación de O’Brien se refiere además al concepto de adaptación introducido por Burton desde una perspectiva psicosocial y cultural. Habla de tres esferas de adaptación para llegar a la transformación que requiere el reto del cambio climático: “El cambio climático es un problema que trasciende al medio ambiente; es un reto social y cultural. La adaptación ante los efectos del cambio climático requiere una transformación profunda en tres esferas -la práctica, la política y la personal- que interactúan entre sí. La práctica atañe a la tecnología y el comportamiento, la política a las estrategias y medidas concretas, y la personal a los valores. Esta transformación debe promoverse por tanto desde el ámbito tanto colectivo como individual”.

O’Brien defiende que uno de los motores más potentes para esta transformación proviene de la educación, al igual que de los medios de comunicación como difusores del conocimiento sobre cambio climático basado en la evidencia.

Información y fuente: Fundación BBVA

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