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Figura 1. VVAA (2009). Tipologías de vivienda y consumo de agua en la región metropolitana de Barcelona
Los datos del INE nos dicen que, en 2009, los españoles consumimos una media de 149 litros por habitante y día. Pero, en realidad esas cifras medias esconden diferencias significativas en el consumo. Influyen factores climáticos (por ejemplo, en época estival gastamos más agua), variables económicas (en general, se consume menos si se aplica una escala de precios del agua que penaliza el despilfarro), variables tecnológicas (el consumo es menor si el hogar está equipado con aparatos eficientes) y variables urbanísticas (las viviendas unifamiliares consumen bastante más que los pisos debido al gasto en el jardín).
Pero, de puertas para adentro, ¿cómo se reparte el gasto del agua en un hogar? Un trabajo hecho recientemente en el área de Barcelona nos permite conocer este reparto. Estos son los datos para el caso de viviendas sin jardín (Figura 1)
Como puede apreciarse, los tres usos principales tienen lugar en un único escenario: el cuarto de baño. La ducha / baño supone, por sí sola un tercio del consumo 34%. Siguen el uso del inodoro (21%) y el gasto del agua en el lavabo 18%. De hecho, de acuerdo con este estudio, en el baño consumimos casi las tres cuartas partes del agua. La conclusión es sencilla: actuando sobre estos tres elementos podemos lograr un ahorro sustancial en el hogar. Recordamos que en el blog de Hogares Verdes ya se han aportado algunas ideas prácticas. Aquí os dejamos algunas de ellas:
Los cambios en las gamas de electrodomésticos, con la aparición de modelos que consumen menos agua, obliga a replantearse, cada cierto tiempo, los criterios que utilizamos para identificar los aparatos de bajo consumo.
LAVAVAJILLAS:
LAVADORAS:
Otras cosas que conviene tener en cuenta, tanto para el caso de lavadoras como para los lavavajillas:
(*) El ciclo es el proceso completo de lavado, aclarado y secado, tal y como esté definido para el programa
Fuente: Blog Hogares verdes (6 de septiembre de 2011): http://hogares-verdes.blogspot.com.es/2011/09/lavadoras-y-lavavajillas-que-consumen.html
Si el sistema de producción de agua caliente es de tipo instantáneo, no existe este riesgo. Si el sistema cuenta con un depósito de acumulación de agua caliente, podría darse el caso, aunque es muy improbable. Para prevenir esta posibilidad puede hacerse un tratamiento térmico, que consiste en, una vez al mes, durante cuatro horas, subir la temperatura del agua hasta los 60º grados. Es recomendable que se haga por la noche, cuando el consumo de agua caliente sanitaria es menor, de esta manera evitaremos posibles quemaduras.
En el caso del gas butano, la llama del piloto, típica de las calderas atmosféricas, consumo unos 13 gramos de gas por hora. Si la dejamos encendida de forma permanente, eso se traduce en 9 ó 10 botellas de butano al año. En el caso de utilizar gas natural, el consumo es de unos 0,015 m3/hora, lo que se convierte en unos 120-130 m3 anuales de gas. Dado que se trata de cifras muy significativas, resulta muy recomendable apagar este tipo de calderas por la noche o en ausencias prolongadas.
Habitualmente sí. De hecho, en la actualidad, muchos modelos requieren caudales mínimos para la entrada en funcionamiento de la caldera inferiores a los 2 litros por minuto (un rociador de ducha de bajo consumo produce caudales de 6-7 litros por minuto). Sin embargo, en algunos modelos de calderas individuales de tipo instantáneo, no se activan cuando los caudales son bajos.
En España se ha completado recientemente un estudio que nos proporciona algunas respuestas a estos interrogantes: es el denominado “Proyecto SPAHOUSEC”. Este ambicioso trabajo ha incluido encuestas telefónicas y presenciales y mediciones “in situ” de los consumos eléctricos de 600 hogares.
De acuerdo con los resultados del proyecto, el reparto medio del consumo de energía en los hogares españoles, por usos, sería el siguiente (Tabla 1)
Tabla 1. Consumo medio de energía en los hogares españoles | ||
---|---|---|
Calefacción | 63,9 % | |
ACS | 10,7 % | |
Cocina | 6,6 % | |
Aire acondicionado | 0,7 % | |
Iluminación | 2,8 % | |
Electrodomésticos | 15,3 % |
Como puede apreciarse, los grandes consumidores de energía en el hogar son la calefacción y el agua caliente que, de media, suponen las dos terceras partes del gasto. Entre los electrodomésticos la parte del león corresponde a la nevera (hay que tener en cuenta que este aparato suele estar conectado 24 horas al día, 365 días al año), seguida de la televisión y la lavadora. La contribución de electrodomésticos como el lavavajillas o las secadoras a este reparto medio es menor no porque estos aparatos tengan un consumo más reducido, sino porque sólo algunas viviendas cuentan con ellos (49% para el caso del lavavajillas, 28% para el caso de las secadoras) Tabla 2.
Tabla 2. Consumo de energía en los electrodomésticos | ||
---|---|---|
Frigoríficos | 28,9 % | |
Congeladores | 2,8 % | |
Lavadoras | 11,0 % | |
Lavavajillas | 6,6 % | |
Secadoras | 4,0 % | |
Horno | 7,9 % | |
TV | 11,4 % | |
Ordenadores | 7,1 % | |
Stand -by | 9,1 % | |
Otro equipamiento | 2,2 % |
El gasto medio de energía de un hogar español es de 10.500 Kwh anuales. Pero esta cifra media esconde importantes diferencias: por ejemplo, el proyecto ha permitido constatar que el consumo medio de las viviendas unifamiliares es el doble que el de los pisos, siendo el consumo de calefacción cuatro veces superior. El consumo energético también varía de forma apreciable según la zona climática (es inferior en la zona mediterránea y mayor en la España continental).
Debido a las diferencias de orientación o de aislamiento es bastante frecuente que en una vivienda, haya habitaciones más frías o más cálidas. Además, es habitual que queramos tener algunas estancias más caldeadas – por ejemplo, el salón o una habitación de estudio - y otras más frescas, por ejemplo los dormitorios.
Los radiadores de calefacción llevaban tradicionalmente una “llave” o “grifo” que permitía abrir o cerrar el paso del agua caliente de forma manual. Cuando notábamos exceso de calor en una habitación, la solución era cerrar la llave total o parcialmente. Con la aparición de los cabezales termostáticos, esa apertura o cierre se automatiza para que la estancia se mantenga a la temperatura que fijemos. En definitiva, los cabezales termostáticos nos permiten regular la emisión de calor de los radiadores, manteniendo cada estancia de nuestra vivienda a la temperatura deseada.
De esta forma, los cabezales termostáticos permiten mejorar el confort y evitar gastos de energía innecesarios. Por ejemplo, mantener los dormitorios a 17-18ºC mientras que el salón permanece a 20ºC
Los cabezales termostáticos se montan directamente sobre las válvulas del radiador (siempre que sean válvulas “termostatizables”). Tienen varias posiciones que se corresponden con distintas temperaturas. En España, su instalación es obligatoria en las viviendas nuevas, pero en muchas instalaciones antiguas los radiadores carecen de este útil invento. Afortunadamente, estos artilugios no resultan caros y habitualmente son fáciles de instalar.
Si te decides por instalar estos prácticos artilugios, ten en cuenta que es necesario dejar algún radiador (normalmente en el WC) sin termostático para que, en el supuesto de que todas las válvulas termostáticas se cierren, el agua pueda retornar a la caldera.
Desde hace algunos años, la mayoría de los fabricantes de lavavajillas utiliza las denominaciones “Eco” o “Bio” para distinguir a un programa de lavado con bajos consumos de agua y energía.
Cuando uno (o una) llena su flamante lavavajillas y se dispone a utilizarlo, el sentido común le lleva a pensar que, si desea el máximo ahorro, deberá seleccionar el citado programa. Craso error.
Tengo desde hace unos cinco años un lavavajillas Corberó (modelo LV 6052) que cuenta con cuatro programas. Entre ellos un programa “Bio” que realiza la operación de lavado a 50º (el resto opera a 65 – 70). Y sin embargo no es el que menos agua o energía consume: el programa denominado “rápido” no sólo consume menos energía, sino que utiliza exactamente la mitad de agua que el “Bio”: aquí tenéis los datos comparativos, extraídos del manual de instrucciones:
Programa | Descripción | Duración | Consumo E | Consumo agua |
---|---|---|---|---|
Bio | Prelavado frío Lavado (50º) 1 enjuague frío 1 enjuague Caliente Secado | 160 min. | 1,05 Kw | 16 litros |
Rápido | Lavado (65º) 1 enjuague caliente | 25-35 min. | 0,7-0,8 Kw | 8 litros |
Aunque el fabricante indica que este programa debe usarse para un tipo de suciedad “sucio ligero”, durante los últimos cinco años, en casa hemos utilizado exclusivamente este programa “rápido” y puedo asegurar que deja limpia la vajilla (lo único que no metemos en el aparato son las sartenes, que lavamos a mano).
Fuente: Blog Hogares verdes (13 de septiembre de 2011): http://hogares-verdes.blogspot.com.es/2011/09/lavavajillas-el-programa-eco-no-es.html
Es el consumo de electricidad de los aparatos eléctricos o electrónicos cuando no están siendo utilizados (cuando están apagados, pero conectados a la corriente eléctrica) o cuando permanecen en el denominado “modo de espera” o “stand-by”.
¿A qué se debe el consumo fantasma? La mayor parte del consumo fantasma se debe al funcionamiento de la fuente de alimentación de los aparatos. Prácticamente todos los aparatos eléctricos y electrónicos llevan una fuente de alimentación o adaptador de corriente que convierte la corriente alterna en continua y después la transforma a la intensidad y tensión adecuadas a cada aparato. Generalmente, esta fuente de alimentación no se desconecta al apagar el aparato y sigue consumiendo electricidad. Su potencia va desde medio vatio a más de 20 vatios. La energía consumida también se utiliza en ciertos casos para:
¿Cuánto nos cuesta el consumo fantasma? Con los precios actuales de la electricidad, 1vatio de consumo fantasma se traduce (aproximadamente) en 1,5 €/año. De esta forma, una inocente cafetera que mantengamos enchufada en nuestra cocina puede significar 9 € anuales de gasto inútil. Y un ordenador de sobremesa 30€.
¿Qué podemos hacer para evitar el consumo fantasma? La solución es simple: desconectar de la corriente el aparato que no está siendo utilizado. Lo podemos hacer desenchufando directamente el aparato o conectándolo a una regleta con interruptor que mantendremos apagada. Y si compramos un aparato nuevo, debemos exigir que su consumo fantasma no supere 1 w. (en línea con lo exigido por la Directiva europea sobre ecodiseño).
Fuente: blog de Hogares verdes (29 de junio de 2012): http://hogares-verdes.blogspot.com.es/2012/06/electrovampiros-el-consumo-fantasma-de.html
Podemos conocer el consumo real de cualquier electrodoméstico del hogar utilizando un medidor de energía. Son aparatos como el de la imagen, que se interponen entre el enchufe de nuestro electrodoméstico y el enchufe que suministra la electricidad proporcionándonos la información clave sobre su demanda de electricidad.
Los medidores de energía poseen una pequeña pantalla que nos indica el consumo instantáneo, así como el acumulado en un cierto periodo de tiempo (en KW y en euros). También nos proporcionan información sobre la potencia (W), Tensión (V), intensidad de la corriente (A), el factor de potencia y los niveles máximo y mínimo de potencia consumida en un determinado periodo de tiempo.
Son muy útiles para conocer el consumo real de cada electrodoméstico en un determinado periodo de tiempo o en el desarrollo de una determinada tarea. Pero también nos permiten, por ejemplo, medir el “consumo fantasma”, que tiene lugar cuando un aparato se mantiene en “modo de espera” o “Stand by”.
La principal limitación de estos medidores enchufables es que no nos permiten conocer el consumo debido a la iluminación (exceptuando el de las lámparas que se enchufan) ni tampoco conocer cuál es el consumo total de la vivienda. Para ello podemos utilizar otro tipo de medidores, de los que hablaremos en una próxima ocasión.
El precio de estos aparatos oscila entre los 15 y 22 euros y pueden encontrarse fácilmente en internet o en tiendas de bricolaje.
ALGUNAS MARCAS Y MODELOS
Si lo hacemos para evitar el consumo de energía que se produce en cada encendido, la respuesta es: rotundamente, no. Se calcula que los modelos actuales sólo consumen en el encendido la energía equivalente a 10 segundos de uso. Sin embargo, es cierto que un número elevado de encendidos y apagados puede acortar la vida útil de una lámpara… especialmente si es de mala calidad. Por eso, si necesitamos iluminar un lugar de paso o una estancia en la que entraremos y de la que saldremos con frecuencia, antes de optar por dejar la luz encendida, conviene… elegir un modelo de lámpara adecuado.
Y es que no todas las lámparas son iguales. Para empezar hay diferencias significativas en su nivel de eficiencia. Un estudio comparativo realizado por la OCU en 2011 concluyó que algunas lámparas emiten la mitad de luz que otras que tienen el mismo nivel de consumo.
Las diferencias también pueden ser muy sustanciales en lo que toca a su duración: aunque todas tienen una vida útil muy superior a la de las bombillas incandescentes (superan las 5.000 horas, equivalentes a 5 años de uso), lo cierto es que algunos modelos tienen duraciones de 10, 12 ó 15 años, mientras que otros sólo 6 a 8.
Otro aspecto a considerar, como ya se ha señalado, es el número de encendidos y apagados que soportan: algunos modelos de lámparas acortan bastante su vida útil si se encienden y apagan con frecuencia. Sin embargo, en el mercado hay lámparas muy resistentes a los apagados y encendidos. De hecho, algunos modelos soportan unos 500.000 encendidos (más de sesenta encendidos diarios durante 20 años).
Una última variable a tener en cuenta: las lámparas fluorescentes compactas están diseñadas para funcionar en un rango de temperaturas concreto. La mayoría están pensadas para uso de interior, pero también hay modelos espacialmente diseñados para ser instaladas al aire libre.
En resumen, destacamos cuatro características clave a considerar a la hora de elegir una lámpara fluorescente compacta: la luminosidad (en relación con el consumo), la duración, la resistencia a los encendidos y apagados y el rango de temperaturas de funcionamiento…. Sin olvidar, claro está, el precio.