Autor: Antonio Rodríguez Ramírez. -- 2ª ed. -- [Madrid] :
Edita: Organismo Autónomo Parques Nacionales, D.L. 2017
Idioma: Castellano
Formato: Papel
"Había salido una mañana de finales de septiembre a revisar el ganado con el caballo y, ante mis ojos, coincidiendo con un bonito y plácido amanecer, algo más de un millar de ánsares en sus respectivos bandos se echaban en el lucio del Rinconcillo, aprovechando que ya tenía algo de agua de las primeras lluvias. En un momento todo se llenó de pájaros y sus cantos se oían por toda la Marisma", extracto de esta publicación de Antonio Rodríguez Parada, más conocido como Toni Clarita, guarda mayor de Las Nuevas.
Esta publicación, cuya autoría corresponde a Antonio Rodríguez Ramírez, hijo del último guarda mayor de la finca Las Nuevas de Doñana, acaba de ser editada por el Espacio Natural de Doñana a través del Servicio de Publicaciones del Organismo Autónomo Parques Nacionales (Serie antropológica), y se enmarca entre una serie de actuaciones encaminadas a profundizar en el conocimiento, recuperación y conservación del trascendental patrimonio cultural de Doñana.
Con la creación del Parque Nacional los esfuerzos conservacionistas se centraron, con cuidado y esmero, en la salvaguarda del patrimonio natural, sin embargo un aspecto no menos importante, y hoy día prácticamente desaparecido, quedó en el camino, y éste no fue otro que el extenso patrimonio etnográfico asociado a esta tierra, dejando un vacío que nunca más se podrá llenar. Los cambios sociales así como los requerimientos de la mal entendida conservación terminaron por abocar al olvido estas formas de vida, quedando sólo en la memoria de aquellos que las practicaron o en algún bosquejo escrito.
Uno de esos clanes de marismeños que hizo de esta tierra su forma de vida a lo largo de cientos de años fue el de los “Clarita”. Su tradicional lugar de campeo quiso la fortuna que quedara encuadrado dentro del Parque Nacional de Doñana, y el devenir de los tiempos vio como aquellos cazadores/recolectores primigenios acabaran siendo los guardas forestales del área protegida actual.
“Clarita” fue muy consciente de que su generación sería la última, que una forma de vida se abocaba a su fin. Este fue precisamente el revulsivo que motivó a su hijo, hace ya muchos años, a ir recogiendo todas sus peculiaridades, muchas de las cuales tuvo el placer de disfrutar, y que en el seno de su familia se habían estado repitiendo como una rutina diaria desde varias generaciones atrás.