Ruta Ronda

Mapa describiendo las rutas que hay en Ronda (a continuación se detallan las 5 rutas existentes)

Extracto de la publicación "Comisión de la flora forestal española. Resumen de los trabajos verificados por la misma durante los años de 1867 y 1870"

Madrid: imprenta del colegio nacional de sordo-mudos y de ciegos, calle de San Mateo, núm. 5. 1870

(Se ha respetado en esta transcripción la grafía original de la publicación)

La Comision salió de Ronda á las seis y media de la mañana, y á las diez estaba ya en el Pinsapar, sin haber sacado los caballos del paso; este dato no se pone aquí sin objeto; conviene saber esos detalles, porque las gentes del pais suelen exagerar las dificultades de la excursión á la Sierra de la Nieve, dificultades que en realidad no existen. El camino que de Ronda conduce al Pinsapar no es malo; solo hácia Cuevas bermejas hay algunas pendientes grandes, el cerro en que esas cuevas se hallan, que son pequeñas y nada notable ofrecen, es digno de exámen por la disposición que en él tienen las capas pizarrosas, algo rojizas, que lo forman; especialmente sobre la boca de las cuevas, las capas presentan violentos pliegues y angulos agudos poco separados entre sí. El camino atraviesa casi siempre terrenos cultivados; las plantas leñosas y silvestres son pocas: aulaga (Ulex boeticus), matagallos (Phlomis purpurea), escobones (Sarothamnus boeticus), la Genista biflora, y poco más; en los arroyos el Salix incana, y al pié del Tajo de Pompeyo, peñasco colosal á cuyo lado pasa el camino, espinos, durillos, endrinos, vidarras, y abundante yedra revistiendo sus paredes.

La Sierra de la Nieve, vista desde los cerros inmediatos, presenta un color blanquizco sobre el que resaltan los oscuros manchones de pinsapo y los pinsapos aislados. Al llegar el pié del pinsapar, se cruza una pradera húmeda, estrecha y larga, á la cual vienen á desembocar las tres cañadas llamadas del cuerno, del medio y de las ánimas, que comprenden la mayor parte del monte; la extensión de este pasa de doscientas hectáreas; su exposición general es al N.O. Nosotros subimos por la cañada del cuerno (situada al O.) hasta lo alto de la Sierra, y por la cima de esta marchamos hasta encontrar la cañada de las ánimas (situada al E.), por la cual descendimos, atravesando gran parte del Pinsapar, hasta volver al punto de partida; la cañada del medio se halla entre las dos citadas.

No hay un rodal que pueda llamarse bueno; lo menos malo existe en las laderas expuestas al Norte. Por la frescura y belleza que ofrecen los pinsapos, donde han logrado verse reunidos siquiera diez ó doce, se adivina lo que seria un espeso rodal de ellos en buenas condiciones. En los pequeños grupos que aquí se ven, cada árbol presenta en el conjunto de su ramaje una forma cónica, de mayor base y de menor altura que la de los Abetos del Norte (Ab. excelsa, D.C.); cuando se hallan aislados, que es aqui lo mas frecuente no puede en realidad decirse cual sea la forma propia de esta especie, porque se presentan tantas como individuos, debidas á los destrozos causados por el viento, por la nieve y por los hombres. No aparece en buena proporcion la altura de estos árboles con su grueso; apenas hay alguno en que aquella exceda de 20 metros, cuando la circunferencia del tronco (á un metro del suelo) varía entre dos y tres metros, llegando en algunos hasta tres metros, veinticinco centimetros. Ni son raros los troncos que se presentan divididos en dos y aun en tres agujas ó brazos; nosotros medimos uno de estos, que tenia en la parte más baja, comun á los tres brazos, cinco metros de circunferencia; partiase despues en dos, uno que continuaba solo, y otro que á su vez se subdividia en dos ramas; el primero con dos metros, y el segundo con tres metros, cincuenta centimetros de circunferencia. Las raices del pinsapo, segun se ha podido observar en sitios removidos ó descarnados por las aguas, son bastante someras, aunque no tanto como las del Abeto rojo ó del Norte (Ab. excelsa, D.C.); pero sobre esto no puede decirse nada seguro, sino estudiando las raices en varios terrenos, de cuyas condiciones depende en gran manera el desarrollo de aquellas.

Los pinsapos abonan poco el suelo, si ha de juzgarse por lo que en este monte se observa, contribuyendo á ello la extremada rigidez de sus hojas y su lenta descomposicion; así que, antes que esta se verifique, ya han sido aquellas arrastradas por el agua y por el viento al fondo de los valles. Entre la hoja seca se ven muchas escamas de piñas, pero pocas plantas jóvenes; solo en la parte alta y media de la cañada de las Animas se encuentran algunos gachapones, nombre dado aqui á los pimpollos del pinsapo; lo que no falta, por desgracia, en varios puntos del monte, es un gran número de árboles muertos y secos, que recuerdan, por su color y aspecto, los pinos descortezados, secos y blancos que, con el nombre de palomos ó pinos palomos, suelen verse en algunos montes de la cordillera carpetana.

La roca que constituye toda la mitad superior de la Sierra de la Nieve y forma el suelo del pinsapar, es una caliza compacta, de color oscuero en la fractura fresca y atravesada por vetas blanquecinas; el suelo presenta algun fondo en la parte baja de las cañadas, en lo demás es bastante pobre; en la parte alta y en las pendientes con exposicion al sur se halla casi completamente desnudo de tierra vegetal. La principal masa del pinsapar se encuentra entre 1.000 y 1.500 metros de altitud.

La vegetación leñosa que, aparte de los pinsapos, cubre la sierra en que estos se hallan, no aparece bastante variada para una latitud tan meridional, resultando quizá su pobreza de la del suelo que debe sustentarla. El dia 23 de Marzo se encontraban aun casi todas las matas y arbustos en un estado tal, que apenas podia reconocerse con exactitud la especie botánica á que cada ejemplar correspondia; solo se veia en flor la adelfilla (Daphne laureola), frecuente en todo el pinsapar, hallándose mezclada con ella la variedad de hojas anchas que Cosson ha llamado latifolia.

Sin hojas aun, completamente desnudo, pero fácil de reconocer por sus fuertes espinas tripartidas y por su porte, se hallaba, principalmente en la parte superior del monte, el arlo; confundido primero con el "Berberis aetnensis", pero separado despues como específicamente distinto y propio de nuestras montañas meridionales, y designado ya con el nombre de "Berberis hispánica." -Humildes y medio escondidas entre las rocas y la maleza, conservando todavía algunas florecillas secas del año anterior, se veian las perpétuas ó siempre-vivas (Helichryson serotinum), que apenas merecen su nombre en localidades tan poco benignas.- Adherido á la roca, como la yedra al olmo, revestia las paredes y grietas de algunos peñascos el "Rhamnus myrtifolius," especie establecida por Willkomm, considerada antes por Boissier como una de las muchas formas del "Rh. Alaternus." –En la cañada de las ánimas, y en la parte baja de la cañada del medio, encontramos una onónide de respetable altura para su género, llegando esta en algunas matas hasta cerca de dos metros; las pocas hojas que conservaba eran parecidas á las de la "Ononis aragonensis" de Asso; sin embargo, algunas diferencias entre las hojas de ambas especies, y la robustez y estatura de la hallada en el pinsapar, nos inclinan á considerar esta como la "Ononis Reuteri," especie dedicada por Boissier á Reuter, su compañero de trabajos botánicos. –Sin flores tambien, pero con abundantes espinas, se encontraba á cada paso una aulaga, que por su aspecto y sus ramas no podía ser otra que la aulaga andaluza (Ulex baeticus, B.), florida ya por aquellos dias y frecuente en varios cerros inmediatos á Ronda. –Bastante mas escaso, y espinoso tambien, aunque en menor grado, se presentaba el "Astragalus creticus", mata abundante en el Dornajo y en otras montañas calizas de Sierra Nevada. –En la parte baja del pinsapar, el espino blanco nos ofreció uno de sus individuos atacado por el maojo (Viscum cruciatum), verdadera plaga de los olivares andaluces, cuando se hacen viejos ó se les cuida poco. –Donde terminaban los pinsapos, encontramos aun cinco especies leñosas; en la parte alta de la cañada del cuerno quedan todavía algunos ejemplares del ásar o arce (Acer granatense, B.), especie verdadera, segun unos; variedad solamente del "Acer opulifolium", segun otros. –No lejos de los arces vimos un deforme tejo; esta especie, citada alli por el malogrado Ingeniero Sr. Laynez, ha disminuido tanto en esa parte de la Sierra de la Nieve, que nosotros solo pudimos hallar las cenizas de un ejemplar derribado por los vientos y quemado recientemente, y otro que seria lástima tuviera la misma suerte; venerable ya por sus años, que seguramente no serán menos de setecientos, á juzgar por el lento crecimiento de esta especie y por el diametro del individuo en cuestión, vése reducido hoy á un tronco derecho y descabezado, lleno de verrugas, cubierto de brotes raquíticos, con una circunferencia de cinco metros y veinticinco centímetros y algo menos de altura. –En la cima misma de la Sierra, formando céspedes casi hemisféricos de un pie de radio, completamente erizados de fuertes espinas, verdadero erizo vegetal, abundaba, como en las cumbres de otras montañas calizas españolas, la especie que por sus condiciones de forma ha recibido de Boissier el adecuado nombre de "Erinacea pungens." –En céspedes tambien, pero tendidos y arredondeados, y con un diámetro de dos y hasta tres metros, cubrian aquellas cimas la sabina morisca ó rastrera (Juniperus sabina var. humilis) y el enebro enano o jabino (Jun. nana), viéndose sus verdes manchones sobre el suelo blanquecino de la Sierra hasta en su parte culminante, en el llamado "Cerro de las Plazoletas" (1960 m). –De especies herbáceas solo se veian florecer con abundancia aquel dia en el pinsapar el magnífico "Narcissus grandiflorus" Salisb. y el gracioso "Cochicum Clementei" Graells. – Los pinsapos apenas empezaban á mostrar las flores masculinas.

Subiendo á la parte alta de la Sierra y bajando despues un pequeño trecho por la pendiente meridional de la misma, se encuentra un quejigar, de los propios de Tolox, con algunas encinas. Los quejigos estaban aun completamente desnudos de hojas á fines de marzo: parece que estos fueron los que sirvieron principalmente á Boissier para establecer la nueva especie que denominó "Quercus alpestris," y que recientemente Alfonso De-Candolle ha colocado entre las variedades del quejigo común (Q. lusitanica).

Pocos dias despues de visitar el pinsapar, la Comision se dirigió á la "Cueva del Gato" y al "Sumidero de Montejaque", pasando a la vista de Montejaque y de Benaojan. La Cueva del Gato, mencionada por los Sres. Coello y Prado, pero de la que no sé exista descripción detallada, se halla á una legua al S.O. de Ronda, abierta en un gran tajo de paredes casi verticales, como las capas calizas que lo forman. La boca de la cueva no tiene menos de treinta metros de altura y quizá quince de anchura; por lo que desde fuera puede verse, esas dimensiones van disminuyendo bastante al interior; sale por ella una gran cantidad de agua formando cascadas y saltos entre los enormes peñascos calizos que se hallan á la entrada, y algunos de estos han adquirido la forma de pilas ó tazones irregulares, debida sin duda á la accion continua del agua cayendo sobre ellos. En el dia en que visitamos la cueva, la cantidad de agua corriente no seria de menos de un metro cúbico por segundo, cantidad por lo demás muy variable según las estaciones y los temporales; á corta distancia de la salida forma un ancho remanso, y poco después se une á las aguas del Guadiaro. Hallase esa boca vestida y adornada de yedras, higuera y jazminicos, y rodeada de matas de acebuche, lentisco, cornicabra, escobones, sauces, etc., etc.

El Sumidero se halla en término de Montejaque, al Oeste de Ronda, y á menor distancia de esta ciudad que la cueva citada, en una verdadera sima de difícil entrada y salida, al menos en las estaciones en que las aguas no permiten ir por el lecho del Guadares, entre elevados cerros que por su aspecto y naturaleza recuerdan los de los Gaytanes, que atraviesa el ferro-carril de Córdoba á Málaga. La boca del Sumidero, abierta tambien en un gran tajo, aparece como mas alta aun, pero bastante mas estrecha que la de la cueva; por ella se precipita, rompiendo y horadando el inmenso muro que se presenta opuesto á su corriente un riachuelo que baja de las vertientes de la Sierra de Grazalema, y que, segun las gentes del país, es el mismo que sale por la cueva del Gato, formándose así una especie de túnel que no tiene menos de dos y medio á tres kilómetros de longitud. Basta hacer la excursión de la Cueva al Sumidero directamente, ó á la inversa, para convencerse de la posibilidad del caso; nadie, sin embargo, ha atravesado hasta ahora ese túnel natural, y claro es que seria preciso verificar las nivelaciones é investigaciones necesarias para poder asegurar lo que á la simple vista parece desde luego probable. El riachuelo en cuestion se llama comunmente rio de Montejaque, pero su verdadero nombre es el de Guadares. La corriente subterránea, juzgando por la situacion del Sumidero y de la Cueva, lleva la direccion de Norte á Sur próximamente. La pendiente por donde salimos de la Sima era tan inclinada que apenas podiamos sostenernos en ella de pié, viéndonos con frecuencia precisados, para no caer rodando al fondo, á apoyar las manos en el suelo; y, sin embargo, aquella pendiente estaba sembrada de trigo. -¿Se podrá sembrar muchos años?

El dia de esa excursion fué en extremo caluroso; al siguiente se revolvió el tiempo y empezaron las lluvias, y el dia 30 de Marzo amanecieron nevadas las Sierras de Grazalema y de la Nieve, viéndose algunos manchones blancos hasta en los cerros inmediatos á Ronda; no pudiendo por tanto ser provechosas para su objeto las excursiones que la Comision hiciera en aquellas montañas, se bajó hácia Algeciras por Atajate y Gaucin. Malo es el camino en su primera mitad, pero en alto grado interesante y pintoresco, con hermosos puntos de vista sobre las Sierras de Ronda, de la Nieve, de Tolox, Bermeja, de Estepona, de Casares, etc., etc., y sobre varios pueblecillos, Benalaurin, Benarrabá, Algatocin, y otros, de orígen y nombre indudablemente árabes, que están como enterrados en las gargantas ó como suspendidos en los escarpados flancos de aquellas ásperas sierras. La vegetacion leñosa en la primera parte del camino, entre Ronda y Atajate, la forman principalmente la encina y el quejigo, que, ya solos, ya mezclados, y á veces asociados con el alcornoque pueblan las dehesas y montes de los pueblecillos de la Serranía, en la parte próxima á Ronda. Pasado Atajate, y cerca ya de Gaucin, la vegetación va presentándose cada vez mas abundante y variada; diversas Genisteas (Genista candicans, Calycotome villosa, Ulex australis, etc.), en toda la pomposa plenitud de su florescencia, vestian ya, á fin de Marzo, de flores amarillas de distintos matices los ribazos, setos y laderas, no escaseando, además, jaras y brezos, ladiernas y anagirides, ni las vides e higueras cultivadas en sitios de peligrosa pendiente, y empezando a mostrarse, como anunciando un clima mas benigno, algunos algarrobos, pitas y chumberas; estas últimas, en parages abrigados, suben, aunque escasas, hasta la misma ciudad de Ronda.

Al salir de Gaucin para Algeciras se deja la Serranía de Ronda bajando una larga y fatigosa cuesta, en que se emplea mas de una hora, hasta llegar á la orilla del rio Genal; aqui ya el clima y el camino son más suaves; harto lo prueban, respecto al primero, numerosos huertos llenos de naranjos de afamado fruto; el camino sigue, ya por la orilla, ya por el lecho mismo del Genal, entre tarages y adelfas, hasta llegar al Guadiaro, que aqui tiene todo el aspecto de un gran rio; se cruza este en barca, y por la venta llamada tambien de Guadiaro, se toma la dirección al Oeste hácia San Roque, atravesando extensos terrenos incultos de aspecto y vegetación parecidos á los de los que median entre Marbella y Estepona, viéndose además en los de San Roque con alguna frecuencia los robles enanos ó quejiguetas (Quercus humilis, Lam.), que tanto abundan en las Sierras de Algeciras y de Tarifa.