Parque Nacional de las Tablas de Daimiel

El clima en el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel

Enclavado en la llanura manchega, su ubicación en el interior peninsular condiciona su clima mediterráneo continental, con inviernos fríos y veranos muy secos y de elevadas temperaturas. 

Está lejos de las masas de agua marinas, pero le influyen levemente los vientos húmedos dirección oeste y sudoeste que ascienden por el valle del Guadiana desde el océano Atlántico; sin embargo, el Sistema Central y los Montes de Toledo impiden la precipitación que pudieran aportar los vientos del norte. Todo ello hace que las precipitaciones sean poco abundantes, rondando los 400 mm anuales, con máximos en otoño y primavera. Su superficie cubierta de agua y de gran cantidad de vegetación modera el clima local, más fresco en el parque que en el entorno por la evaporación y la transpiración de las plantas. 

La ubicación de la estación meteorológica “La Duquesa” a 607 m s.n.m. permite la toma de datos continuos en un ambiente de altas temperaturas en verano, vientos más frecuentes del oeste y bajo el efecto amortiguador del humedal.

Estaciones meteorológicas en el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel

En general, esa leve influencia atlántica deja lluvias en invierno, primavera y otoño; un registro orientativo del número de días lluviosos al año oscila entre 39 (1970) y 111 (1989). Tiene más de 130 días totalmente despejados al año. Los vientos predominantes proceden del oeste, del sudoeste y del nordeste. La mayor parte del año hay altas presiones. Las temperaturas extremas registradas en Daimiel han sido 43 ºC y -12 ºC. Julio es el mes más caluroso y enero el más frío. El agua se evapora por la acción del sol y del viento y la vegetación transpira, manda agua a la atmósfera. Por ello, en Las Tablas de Daimiel suele haber mayor humedad que en Daimiel, con periodos frecuentes de niebla sobre el parque nacional. Las nieblas son un fenómeno meteorológico frecuente, pero no lo son la nieve o el granizo. El número de días al año con escarcha, también es muy variable, según registros puede oscilar entre 1 al año y poco más de 55.

El clima y la geomorfología condicionan la biodiversidad

El parque nacional acoge una “tabla fluvial” en la que se desarrollan masegares y tarayales; humedal excepcional en Europa, hoy en peligro de desaparición.

Las Tablas de Daimiel están condicionadas, sobre todo, por la estacionalidad de sus aguas, causada por los desbordamientos de varios ríos en sus tramos medios con escasa pendiente del terreno donde, además, encontramos fenómenos de semi endorreísmo que dificulta la infiltración del agua. La formación de estas “tablas fluviales” se produce por la confluencia de dos ríos de distinta naturaleza: el Cigüela, estacional y de aguas salobres, y el Guadiana, que aportaba aguas dulces de forma permanente.

Sus aguas superficiales se encuentran sustentadas a su vez por aguas subterráneas que incluso llegan a descargar en el espacio protegido por la elevación del nivel piezométrico del acuífero. Estos afloramientos de aguas subterráneas se conocen en la zona como Ojos u Ojillos, según su tamaño, y sirven para dar nombre a múltiples parajes del entorno, los más famosos son los Ojos del Guadiana. El agua del humedal y la geomorfología de la zona condicionan su biodiversidad. La socioeconomía del entorno, muy dependiente de la extracción de agua subterránea, unida a la fuerte sequía de algunos años, rompe los ciclos de aportes de caudales al parque nacional. 

Paisaje y biodiversidad están ligados a la estacionalidad de las aguas, la salinidad, los aportes de materia orgánica, la humedad edáfica, etc. El hábitat más característico de este humedal es la masiega, probablemente, el mayor masegar de toda Europa occidental, de inestimable belleza y alto valor ecológico, también encontramos la Laguna Permanente y la Isla del Pan con el bosque de los tarayes, la única formación arbórea del interior del parque nacional. Los tarayes, adaptados a la salinidad del agua de las islas y sus alrededores. 

La enea se mantiene con buenos periodos de inundación, pero es sustituida por el carrizo a consecuencia de la escasez y cortedad de los periodos de inundación, donde adopta comportamientos oportunistas desplazando al resto de comunidades vegetales, incluida la masiega. El junco marítimo se desarrolla en suelos temporalmente encharcados, y diversas especies de limonios, endémicas de humedales manchegos, en suelos salinos, y los calaminos dulces (Salsolas sp.) cubren algunas islas. Las plantas subacuáticas que tapizan el fondo de Las Tablas, las “ovas”, constituyen la primera fuente alimenticia para la avifauna ligada al medio acuático que encuentran un área propicia de invernada, mancada y nidificación, ayudan a ofrecer un hábitat excepcional para las 250 especies de aves que acoge el humedal.

Algunas de estas especies, como el pato cuchara, la cerceta común o la garza real, entre otras, utilizan esta zona para invernar, huyendo de los rigores del centro y norte de Europa; otras lo utilizan como lugar de nidificación y cría, como es el pato colorado, el porrón europeo, la mayoría de ardeidas ibéricas (garza imperial, garceta común, garcilla bueyera y cangrejera, martinete, avetoro y avetorillo), el somormujo lavanco, el zampullín y el fumarel. Algunas lo usan como estación de descanso y alimentación en sus largos viajes migratorios, como los combatientes, el fumarel común y otras aves limícolas. Existen también especies sedentarias como el ánade azulón o el aguilucho lagunero, que pueden verse durante todo el año, siempre que las condiciones ambientales sean adecuadas. 

Las condiciones del espacio protegido permiten la vida de otras especies. Anfibios: la rana común, la ranita de San Antonio, el gallipato y el sapillo moteado. Peces autóctonos: el cacho, el calandino y la colmilleja. Reptiles: galápagos europeo y leproso, culebras de agua y, en las zonas terrestres, culebra bastarda. Los mamíferos más representativos son zorro, el jabalí, el conejo y el tejón y su especie mejor adaptada al medio acuático, la nutria.