Los Picos de Europa ocupan la franja climática templado–húmeda, la mayor parte de su territorio cuenta con temperaturas suaves y elevada humedad y precipitaciones; es una de las zonas con mayor precipitación de la península donde casi el 20% lo hace en forma de nieve. Este nivel pluviométrico u ombroclima llega hasta los 2.000 mm. Su precipitación en forma de nieve puede, en zonas más altas, permanecer de un año para otro sin derretirse completamente.
Conocer los efectos del cambio climático en el Parque Nacional de los Picos de Europa implica hacer seguimiento y análisis de variables, entre ellas las climáticas. Ocho estaciones meteorológicas de la Red de Seguimiento del Cambio Global, ubicadas en puntos estratégicos apoyan el conocimiento en este parque. Las estaciones, ubicadas a gran altura –seis a partir de los 1.500 m hasta las cercanías del Urriellu- registran datos climáticos únicos y valiosos.
Agua y relieve marcan el carácter de este territorio donde cuatro ríos se abren paso desde las cumbres más altas de la Cordillera Cantábrica hasta los valles. El río Sella recorre el desfiladero de los Beyos; el río Cares, el más bravo, atraviesa los macizos occidental y central, pasando por la estrecha garganta del Cares; el río Deva pasa por el desfiladero de la Hermida y el río Duje, que se origina al pie de los ingentes farallones de Peña Vieja, se suma al Cares.
Sus calizas, surgidas de los fondos marinos como consecuencia de la orogenia alpina, alternan altas cumbres con profundas gargantas y cañones donde existen 200 cotas de más de 2.000 metros de altitud y desniveles superiores a los 2.300 m.
El trazado de la cadena de montañas, de Norte a Sur, gana en altitud para volver a descender; y de Este a Oeste su altitud alternativamente sube y baja. La influencia de una climatología atlántica en su vertiente Norte y atlántico–continental en la Sur, junto con la estructura montañosa de este a oeste hace de Picos de Europa un mosaico de microclimas. Dominan grandes oscilaciones térmicas. El tiempo atmosférico varía dentro de cada estación según soplen los vientos dominantes.
La proximidad del mar Cantábrico y el efecto barrera que las montañas ejercen sobre los vientos húmedos dominantes, influyen en la vertiente Norte y en la Sur. En esta vertiente hay enclaves fuertemente mediterráneos acantonados en algunos valles o cañones sin la influencia de los vientos húmedos como la Liébana y la Garganta del Cares. Las borrascas y los anticiclones ocupan “mitad y mitad” el tiempo atmosférico, pero la mayoría de días el aire es frío y tan sólo unos dos meses lo son de aire caliente.
En verano, la aparición de súbitas apariciones de niebla, las temidas “encainadas”, de fuerte espesura, producen situaciones de peligro incluso en días soleados. La presencia irregular de vientos del Sur en el invierno tardío, muy frecuentes, puede provocar aludes de nieve, si bien éstos se producen en zonas con poco tránsito humano.
En invierno, podemos pasar de varios grados bajo cero con viento norte, a un clima seco y extrañamente cálido, con vientos del sur, en muy poco tiempo. En estos meses, la nieve cubre gran parte del territorio, aislando pueblos y aldeas, hasta que en primavera comienza el deshielo y el fluir de torrentes. Los lagos Enol y La Ercina de origen glaciar, formados sobre depósitos glaciares y morrenas, se alimentan de las aguas procedentes de las nieves más altas. El lago La Ercina, eutrófico y con un calado de 2 m, ha desarrollado una importante masa de vegetación acuática, configurando un excelente hábitat para fochas, ánades reales y cercetas.
El Parque Nacional de los Picos de Europa, entre Asturias, Cantabria y Castilla y León, acoge ecosistemas ligados al bosque atlántico entre los 59 m y los 2.646 m, en la cumbre más alta de la Cordillera Cantábrica.
En este parque nacional podrían visualizarse las franjas bioclimáticas a través de su vegetación, incluso de su fauna. En cada banda o pisos podemos encontrar características similares en cuanto a determinados parámetros como temperatura media anual, temperatura media de las mínimas en el mes más frío y temperatura media de las máximas del mes más frío.
El piso bioclimático inferior o colino, hasta los 800 m, el montano, de 800 a 1.800 m, el subalpino, de 1.800 a 2.400 m y el superior o alpino, entre los 2.400 m a los 2.646 m.
El piso colino tiene una temperatura media anual superior a los 12ºC, mientras que el alpino es inferior a los 3ºC, la temperatura media de las mínimas del mes más frío suele ser superior a 2ºC en el colino y menor de -7ºC en el alpino y la temperatura máxima media en el mes más frío en el colino suele ser superior a los 10ºC y en el alpino ser inferior a 0ºC. Entre estos valores se encuentran por debajo el piso montano y por encima el piso subalpino.
La alta montaña, en el corazón del parque nacional, la forman las masas calizas de los tres macizos; modelada por el agua y el hielo, se manifiesta en sus impresionantes cumbres y profundos barrancos y simas. Pese a las duras condiciones ambientales, un buen número de especies de flora y fauna se han adaptado a vivir en estas alturas. Entre ellas, el rebeco cantábrico símbolo de Los Picos de Europa.
Pero la mayor parte del parque nacional tiene un clima atlántico, de temperaturas suaves y elevada humedad y precipitaciones que favorece el desarrollo de una vegetación exuberante en la media montaña con frondosos bosques mixtos, robledales y hayedos. En la vertiente lebaniega de Cantabria y otras laderas, con sequías en verano, aparecen formaciones de bosque mediterráneo con encinares y rebollares; en la media montaña el uso ganadero ha favorecido el desarrollo de pastizales y el matorral, como formación vegetal entre el pastizal y el bosque, da protección a aves y pequeños mamíferos.
En el Parque Nacional de los Picos de Europa se han catalogado 212 especies de vertebrados, un tercio de las contabilizadas en España, de ellas 65 son mamíferos (el 55% de las presentes en España) y 117 son aves (32% de las de nuestro país). Relevante la presencia de anfibios, con 9 de las 25 especies presentes en España. De los invertebrados, destacan las mariposas, con 137 especies, suponen más del 60 % del ámbito ibérico-balear. En cuanto a la flora, se han inventariado unos 1.750 taxones de flora (22% de la flora vascular española). Entre ellos, encontramos 157 taxones endémicos, lo que supone un 10% del total de los endemismos ibero-baleares. El Atlas de Flora Vascular Amenazada de España considera este espacio como “Área muy Importante para la Flora”.