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III Jornadas de Educación Ambiental

Grupo de Trabajo: La perspectiva educativa del voluntariado ambiental

Pamplona, 10-12 de diciembre de 1998

 

PRESENTACIÓN

(Ricardo de Castro. Consejería de Medio Ambiente. Junta de Andalucía)


Desde hace algunas décadas es cada vez más fácil encontrar iniciativas que promueven la acción ciudadana altruista y directa en la mejora de la calidad ambiental y en la conservación de los recursos naturales. Proyectos desarrollados desde asociaciones, campos en espacios naturales protegidos, programas y redes promovidos desde diversas instituciones son algunos de marcos que se centran de alguna manera en la mejora del medio urbano, en la conservación de nuestros bosques, en la protección de la biodiversidad, en la defensa del litoral o en la intervención en áreas naturales protegidas.

El voluntariado surge a comienzos de siglo, en países con un cierto nivel de desarrollo, como un movimiento de solidaridad cuya finalidad era solventar determinadas carencias que la sociedad mostraba. Estas acciones, desarrolladas en un principio con un enfoque asistencial o de beneficencia, han ido derivando hacia otros ámbitos como la protección civil ante situaciones de riesgo, la cooperación al desarrollo, la cultura, la educación...

Es a partir de los años sesenta cuando la conservación del medio ambiente empieza a constituirse en el ámbito internacional en otro de los nuevos ámbitos del voluntariado, con entidades y experiencias ocupándose de temas tan variados como la protección de especies de fauna y flora, la mejora del medio urbano, el mantenimiento de ecosistemas, la defensa del medio forestal...

Se puede entender por voluntariado ambiental el conjunto de iniciativas desarrolladas por personas que individualmente o a través de grupos sociales, de forma libre, altruista y sin ánimo de lucro, dedican parte de su tiempo libre a la tarea de mejora del medio ambiente y de conservación de los recursos naturales a través de acciones directas. Actividades propias de este tipo de voluntariado son aquellas tareas directas de conservación del medio ambiente que se dirigen a la restauración y mejora de elementos naturales y construidos; al mantenimiento y limpieza de entornos; a la vigilancia y control de usos e impactos; y a la información, sensibilización y dinamización social.

En comparación con otros programas de participación social, los voluntarios ambientales desde la asunción de valores de responsabilidad solidaria con el medio ambiente y con la sociedad, adoptan un compromiso permanente de acción sobre el entorno. La persona que se integra en un proyecto de voluntariado adquiere una serie de compromisos y disfruta de unos derechos. Las principales obligaciones que le comprometen son participar en el diseño, desarrollo y evaluación del programa; desarrollar su actuación en el lugar y horarios previamente acordados; Y usar las acreditaciones e indumentaria facilitadas durante la realización de las tareas encomendadas. Los voluntarios ambientales estarán exentos de los gastos que suponga la realización de actividades, cuyo coste se contemplará en el presupuesto de cada proyecto. Sin embargo los voluntarios y voluntarias no reciben por este trabajo ninguna remuneración económica. Los derechos que disfrutan los voluntarios son: estar debidamente acreditados, disponer de material adecuado, estar formado e informado acerca de las tareas a desarrollar y del proyecto donde se integran, estar asegurado y recibir una certificación de su participación.

Los voluntarios y voluntarias ambientales ofrecen sus capacidades y su dedicación a la comunidad. Por esta labor, libre y desinteresada, reciben el reconocimiento de la sociedad y de las instituciones. Además de este reconocimiento social, los voluntarios obtienen otro tipo de beneficios personales, como poder desarrollar nuevas habilidades y conocimientos en contacto con el medio ambiente.

Como ya se ha dicho, es en los países anglosajones donde se desarrollan las primeras iniciativas de voluntariado para la conservación del entorno. Por ejemplo, en el Reino Unido surge en 1959 el British Trust for Conservation Volunteers (BTCV), una asociación de voluntariado ambiental cuyos objetivos son: preservar el aspecto original del medio rural, formar y educar a las personas en los principios de la conservación, y prestar apoyo al mantenimiento y gestión de los espacios naturales. Su filosofía se basa en la acción práctica positiva en el campo de la conservación del medio ambiente, poniendo especial énfasis en la formación de los voluntarios participantes. También en Australia y Nueva Zelanda existen asociaciones de voluntariado ambiental similares a la británica en las que participan miles de socios; se trata de la Australian Trust for Conservation Volunteers (ATCV) y de la New Zealand Wilderness Trust respectivamente (NZWT).

En EE.UU las iniciativas de voluntariado ambiental también se remontan varias décadas atrás con experiencias muy interesantes. Por ejemplo, el Servicio de Parques Nacionales dependiente de la administración federal, desarrolla desde hace años el programa "Volunteers in Parks" (VIPs) que facilita a las personas interesadas la oportunidad de trabajar en actividades de mantenimiento, vigilancia, educación ambiental, etc. dentro de estos espacios protegidos. También en el país vecino norteamericano, Canadá, existen entidades que tienen tras de sí una importante trayectoria en el campo del voluntariado para la conservación; citemos por ejemplo el Appalachian Mountain Club (AMC) o la Federación de Naturalistas de Ontario (FON).

En fechas más recientes, el movimiento de voluntariado para la defensa del ambiente se ha extendido también a países del ámbito latino. En Costa Rica, por ejemplo, además del Movimiento Nacional de Juventudes, perteneciente a la administración estatal, que organiza programas de actividades de conservación en los parques nacionales, existe una potente organización privada denominada Asociación de Voluntarios para el Servicio en las Áreas Protegidas (ASVO) que también desarrollan numerosas iniciativas voluntarias en los parques nacionales.

Con respecto a nuestro país, las experiencias de voluntariado ambiental pioneras nacen con las primeras organizaciones naturalistas y ecologistas. De las iniciativas de las administraciones, es Cataluña la que inicia el proceso. En esta comunidad se crean en 1988 las Unidades de Voluntarios Forestales (UVF) dependientes de la Generalitat, que colaboran en la prevención de los incendios forestales. Especialmente destacable por su buena gestión y sus resultados es la experiencia realizada en torno al Parc Natural de Collserolla en Barcelona. Se trata de un programa de voluntariado a través del cual, las personas que visitan este espacio protegido pueden participar activamente en su conservación. También en esta comunidad autónoma existe el llamado Cercle d?Amics dels Parcs que mueve a numerosos voluntarios.

Otras comunidades que han promovido iniciativas de voluntariado son Valencia, Murcia y Andalucía. Las dos primeras se suman, en 1992 y en 1994 respectivamente, a esta corriente social que pretende la participación ciudadana en la mejora del entorno. En esos años, sus administraciones autonómicas respectivas ponen en marcha programas centrados en la problemática forestal y en los espacios naturales. En Andalucía es en el año 1995 cuando surge el Programa de Voluntariado Ambiental promovido por la Consejería de Medio Ambiente. En otras zonas del Estado, como Canarias, Navarra y Extremadura, así como desde el Ministerio de Medio Ambiente con una experiencia en el Parque Nacional de Cabrera, se está trabajando en estos momentos desde la administración regional en la puesta en marcha de programas similares.

Las acciones de voluntariado se distinguen por ser acciones que:

  • Se hacen dentro del tiempo libre y por libre determinación de la persona, lo que no impide que el voluntario esté sujeto a una serie de obligaciones concretas que expresan su compromiso personal, de hecho en estas acciones se busca un compromiso formal explícito.
  • No reciben contraprestación económica, aunque sí de tipo personal (reconocimiento social, autosatisfacción...).
  • El desarrollo de su labor no debe ocasionar costes al voluntario.
  • Esta labor altruista se desarrolla en el seno de una organización, que bajo una planificación adecuada, y mediante la suma de esfuerzos, consigue sus objetivos.
  • Aunque pueda hacerse desde asociaciones el voluntariado no es asociacionismo. A diferencia de este, la acción voluntaria se dirige siempre hacia fuera de la entidad, en beneficio de terceros o de toda la comunidad. Trabajan sobre y con la comunidad social..
  • Las personas que trabajan en este campo deben poseer una capacitación adecuada para desempeñar su labor, lo que implica, por un lado, el conocimiento del marco general donde desarrolla su trabajo y por otro de las tareas concretas que debe realizar.
  • Estos tipos de acciones son distintas de las realizadas por las Administraciones Públicas, pero no por ello contradictorias, sino más bien complementarias.
  • Las acciones voluntarias deben intervenir directamente sobre los problemas.
  • Estos programas deben estar basados en un diseño y evaluación participativa.

Los ámbitos de acción de los voluntarios ambientales son tan diversos como las problemáticas ambientales que puedan encontrarse en un territorio. Analizando las experiencias desarrolladas en el nuestro y en otros países se puede intentar realizar una sistematización que agrupe de forma coherente estas tareas, aunque no puedan determinarse categorías excluyentes, en compartimentos estancos. Estas tipologías hacen referencia a ámbitos como los espacios naturales protegidos, conservación de la biodiversidad, conservación del litoral, defensa del medio forestal y mejora del medio urbano.

El voluntariado es una estrategia de participación social, ejecutado libremente y no remunerado, organizado en actividades y programas que redunden en beneficio de la comunidad. El voluntariado no es un sistema de trabajo barato que entra en conflicto con actividades de carácter profesional, su actuación debe ser considerada como complementaria. La educación ambiental debe ser la perspectiva central del voluntariado ambiental, que al poner a la persona en contacto directo con una problemática determinada del medio y ofrecer la capacitación y los medios para actuar sobre ella, puede producir importantes cambios en las actitudes y los comportamientos ambientales del voluntario.

De todas formas, es fundamental que estos programas sean diseñados desde un enfoque de educación ambiental, persiguiendo un impacto multiplicador en la comunidad donde se actúe, y la generalización de esta acción a nuevas problemáticas ambientales. El voluntariado ambiental puede ayudar a resolver un doble reto, por un lado, facilitar la implicación comunitaria en el conocimiento y en la intervención sobre la calidad de su entorno y por otro, ofrecer un espacio que satisfaga las crecientes demandas sociales de implicación directa en la conservación ambiental.

Se presentan dos experiencias de voluntariado ambiental:

CONCLUSIONES DEL GRUPO DE TRABAJO 

En el marco del voluntariado ambiental confluyen, principalmente, dos grandes corrientes, por un lado el ámbito de la solidaridad, el altruismo y el compromiso solidario, como elementos centrales de una nueva ética social, y por otro lado, y especialmente en nuestro país, la perspectiva de la educación ambiental, como una estrategia directa de cambio de los valores y las acciones ambientales de las personas.

Así, el voluntariado ambiental se muestra como una potente estrategia educativa, que se dirige principalmente a un público adulto, sin restricciones formativas, de edad, de experiencia personal, de capacidades, a través de su implicación en acciones directas de conservación de los recursos naturales y de mejora de la calidad ambiental.

Factores como la implicación social, libre, altruista y sin ánimo de lucro; el conocimiento y la intervención directa sobre los problemas; el trabajo en equipo y la acción participativa; la responsabilidad personal y el compromiso entre otros, caracterizan esta acción voluntaria sobre el medio ambiente.

Es una responsabilidad del enfoque de la educación ambiental, asumir el desarrollo del marco del voluntariado ambiental en nuestro país, controlando los posibles riesgos y superando cconstructivamente los retos. Si el voluntariado es un ejemplo del grado de madurez de una sociedad, el voluntariado ambiental puede ser un indicador de la evolución hacia una sociedad más sostenible y respetuosa con su entorno.

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