Los principios que establecen el diseño y uso de obras destinadas a la corrección y a la estabilización de cauces están dirigidos a la regulación y control, total o parcial, de los efectos que la dinámica de los caudales que circulan por los cauces producen en su contorno en forma de procesos de erosión, transporte y sedimentación de los materiales que lo forman.
Toda la sistemática de la corrección, está, pues, orientada a controlar estos procesos en el lecho y márgenes, evitando que se incorporen caudales sólidos a la corriente. Se trata, por tanto, de adoptar las medidas necesarias para que no lleguen a formarse estos caudales, o bien, si se han producido, para que queden reducidos al mínimo, por depósito o sedimentación de los materiales.
En el caso de cauces marcadamente torrenciales, en los que el fenómeno aparece generalizado con un descenso progresivo de los lechos, transporte masivo de materiales, erosiones de márgenes y desestabilización de los macizos adyacentes, el tipo de estructuras que ofrece la solución más simple y efectiva son las obras transversales al eje del cauce, en forma de diques.
La terminología técnica forestal separa el vocablo "dique" del de "azud" o pequeña presa, para remarcar que estas estructuras transversales, los diques, no están orientados al embalse, más o menos permanente, de caudales líquidos, sino que buscan, fundamentalmente, dar respuesta a la tipología de problemas asociados a la consolidación de laderas y lechos de torrentes, barrancos y ramblas y a la retención de caudales sólidos, fenómenos que caracterizan y dan personalidad a ciertos espacios vocacionalmente forestales.
Los efectos de estas estructuras que cierran todo el perfil del cauce hasta la altura del vertedero son:
Dentro de la múltiple funcionalidad que desempeñan las obras transversales en la corrección de un cauce torrencial, éstas suelen clasificarse, según la función específica para la que estén principalmente diseñados, en:
Así mismo, para controlar los daños que origina la presencia de fenómenos torrenciales en los cauces, pueden utilizarse las que, genéricamente y atendiendo a su posición con relación al cauce, se denominan obras longitudinales.
En general, y en cuanto al objetivo básico de eliminar la realidad del transporte sólido y sus secuelas, las obras longitudinales limitan su función a evitar la erosión y las inundaciones en las márgenes del cauce, completando la labor a cargo de las obras transversales, que impiden la erosión del lecho. La proyección, pues, de las estructuras longitudinales es más bien de defensa y salvaguarda pasiva frente al proceso torrencial, mientras que la obra transversal incide activa y decisivamente sobre el propio proceso.
Ello no quiere decir que la obra longitudinal no contribuya a aminorar el estado torrencial, pues, indudablemente, si aquélla consolida o refuerza márgenes inestables, o el pie de una ladera erosionable por laminación de las aguas, se ha eliminado una fuente de incorporación de materiales a la corriente del curso. Igualmente, en todo lo que suponga trabajos de saneamiento en terrenos muy húmedos o derivaciones hacia lechos de evacuación no erosionables, la función del diseño longitudinal es de máxima eficacia. Sin embargo, la obra longitudinal se enfoca siempre como solución de determinadas situaciones que inciden o son consecuencia del contexto torrencial y que resuelve localizados problemas, pero resultaría inviable su adopción como técnica exclusiva o, incluso, preponderante para una corrección completa del estado torrencial de un cauce.
Las obras de tipo longitudinal pueden clasificarse según el objetivo principal para el que habitualmente se emplean en los cauces torrenciales en: obras de defensa contra las erosiones laterales, de contención de deslizamientos de laderas, y de defensa contra las inundaciones.
Fuente: Archivo TRAGSA.
Muro longitudinal de protección de la margen derecha de río Hurdano (Cáceres).
Para terminar este capítulo dedicado a las obras de corrección conviene referirse a un aspecto importante que se debe tener en cuenta: la restauración ambiental de los impactos producidos por las obras. Si bien muchas de estas obras se realizan en sitios poco accesibles y además, la naturaleza por sí misma suele integrar de forma admirable y en cortos periodos de tiempo las obras construidas en los cauces, en determinadas situaciones es conveniente acelerar dicha integración de la obra en el entorno. Así, en zonas cercanas a núcleos habitados o infraestructuras viarias, o con cierta frecuencia de tránsito, se realizan actuaciones como: plantación o siembra, incluso hidrosiembra, sobre grandes movimientos de tierras, revestido de piedra en diques y encauzamientos de hormigón, etc.