La publicidad que inunda nuestros buzones

buzón para publicidad a la puerta de una casa

Febrero 2015

Escribir cartas o tarjetas no está de moda. Pero no por eso nuestros buzones postales se encuentran vacíos; ni mucho menos. Cada semana reciben un variado conjunto de folletos, carteles, octavillas y otros envíos publicitarios. Los ciudadanos soportamos, entre indiferentes y resignados, este auténtico diluvio de papel-anuncio.

El recorrido que hace la publicidad en nuestros hogares es bien corto: en la mayoría de los casos, apenas dura en nuestras manos los escasos segundos que transcurren desde que la sacamos del buzón hasta que la depositamos en el cubo del papel para reciclar.

Considerando la abundancia de estos envíos, la Red Hogares Verdes se ha hecho la siguiente pregunta: ¿cuántos kilos de publicidad llegan a nuestros buzones? Para averiguarlo, once personas pertenecientes a esta red recopilaron de forma sistemática toda la publicidad depositada en sus buzones postales a lo largo de dos meses. Quienes contaban con buzones de publicidad comunitarios también recogieron un ejemplar de cada material depositado en ellos. Los lugares de residencia de los participantes eran diversos: Un pueblo (La Granja, 4.000 habitantes), dos ciudades pequeñas (Villanueva de la Cañada, 30.000 habitantes y Segovia, 50.000), tres urbes intermedias (Vitoria-Gasteiz y Granada, cerca de 250.000 y Valladolid, 300.000) y una gran capital (Zaragoza, 700.000 habitantes).

La cantidad de papel depositada en sus buzones en los dos meses ha sido variada, desde los 390 gr recogidos en el hogar de Granada hasta los 2,067 kilos recogidos en el de Valladolid. Los dos hogares que han recogido mayor cantidad de publicidad, además de tener buzón particular, cuentan con buzones publicitarios comunitarios (Segovia y Valladolid). El empleo de estos dispositivos reduce la cantidad de propaganda que llega a los buzones particulares pero, quizá por ser más accesibles para los repartidores, el número de piezas diferentes depositadas puede ser mayor.

Para estimar la cantidad de papel-anuncio recibida anualmente, se ha multiplicado la cifra obtenida para los dos meses que ha durado el experimento por seis. De esta forma, ha calculado que en cada hogar se puede recibir entre algo menos de dos kilos y medio y doce kilos de propaganda al año, en forma de revistas, folletos, carteles, octavillas…

En España hay más de 20 millones de viviendas ocupadas. Suponiendo que por su ubicación en pueblos remotos o urbanizaciones poco accesibles, una cuarta parte de estas viviendas quedaran fuera del alcance de la publicidad postal, tendríamos aún 15 millones de buzones activos.

Si se extrapolan los datos obtenidos en este experimento al conjunto del país (una mera conjetura, ya que los hogares elegidos no constituyen una muestra representativa de todos los buzones postales españoles) se concluiría que los anunciantes colocan entre 23.000 y 180.000 toneladas de papel en nuestros buzones cada año. Una cifra ciertamente impresionante. Y preocupante, si consideramos que para fabricar una tonelada de papel blanco, de fibra virgen, se necesitan unos 2.300 kilogramos de madera, unos 15.000 litros de agua dulce y 9.600 Kwh de electricidad. Si el papel es reciclado, unos 8.000 litros de agua y 3.300 Kw de electricidad.

Tal como se apunta en el Blog Hogares Verdes, quizá sea el momento de que aquellos ciudadanos que no quieran recibir publicidad en sus buzones lo manifiesten. De declinar el servicio, de pedir que esas toneladas de papel no se consuman en su nombre. Pero ¿qué podemos hacer?

En primer lugar, es necesario saber que los sistemas para evitar la publicidad no deseada, como la Lista Robinson, no son de aplicación a ésta cuando no se incluye la dirección postal del destinatario.

Por otra parte, en el ámbito local, ya hay algunos municipios que han tomado medidas regulando en sus ordenanzas municipales la propaganda directa en buzones, y reconociendo el derecho a no recibir publicidad no deseada. Por ejemplo, el Ayuntamiento de Puerto del Rosario, en Canarias, proporciona a los vecinos y comunidades unas pegatinas con el lema “publicidad, no gracias” para que, quien lo desee, pueda colocarlas en su buzón. Introducir publicidad en buzones que cuentan con la pegatina puede ser castigado con sanciones económicas de 600 hasta 1.800 euros.

La colocación de una pegatina en nuestro buzón, expresando nuestro deseo de no recibir publicidad no solicitada es una de las pocas iniciativas prácticas que podemos adoptar para reducir la recepción de papel publicitario. Pero hay que reconocer que la eficacia de la medida es limitada porque, con frecuencia, ni repartidores ni anunciantes respetan la voluntad expresada por los ciudadanos.

Información y fuente:  Blog Hogares Verdes 

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